Argelès Sur Mer

 

La hipótesis de colocar en Argelès sur Mer un campamento de acogida para los refugiados españoles, puede ser datada mayo de 1.938, cuando, después de un pedido del General al comando de la 16ª Región,1 el Comandante departamental de la Gendarmería Nacional, con la nota 196/F, había propuesto varios terrenos aptos para la instalación de “campamentos de circunstancia” para el alojamiento de los refugiados españoles»2 y, entre ellos, al primer lugar en orden de preferencia, había indicado particularmente la playa de Argelès, que representaba el camino más corto desde la frontera a un amplio litoral de arena. Como solicitado, el lugar era alejado de grandes centros urbanos y guarniciones, fácil de controlar y cercano a una estación ferroviaria, lo que facilitaría la asistencia de los refugiados; en el informe adjunto a la nota, además, se especificaba que, adicionalmente a la playa propiamente dicha, el litoral comprendía una banda de terreno no utilizada, arenosa, seca y sin ninguna vegetación que, aún estando al nivel del mar, no se inundaba y que, con sus 50 hectáreas de extensión,3 permitía superar la capacidad requerida de 3.000 hombres.4 Mas, al inicio del éxodo, «el campamento de Argelés era solamente un proyecto:»5 Fue sólo en Enero de 1.939, de hecho, que un comandante y un capitán de la “Garde mobile”, encargados de la primera inspección en el departamento de los Pireneos Orientales, comunicaron al alcalde el inicio de los trabajos. El 30 de Enero llegaron al lugar 90 guardias y 104 refugiados, contratados como mano de obra para cercar con alambre de puas (i “barbelés”), los kilómetros de playa seleccionados y subdividirlos en rectángulos de una hectárea cada uno.
Desde éste momento, para comprender la historia del campamento, es necesario considerar las tres diferentes fases que corresponden a diversas modalidades y fines de utilizacion, y que son descritas esquemáticamente en el informe oficial sobre los acontecimientos del campamento, preparado probablemente en Febrero de 1.941 a pedido de la administracion de Vichy.6 La primera fase de existencia, considerada provisoria, va de la apertura, en Febrero de 1.939, a Junio del mismo año; como ya mencionado, la estructura del campamento nace,de hecho, al momento del éxodo español, con barracas y refugios construídos rápidamente para acoger algunas decenas de miles de refugiados en pocos días, hasta llegar a la cifra récord de 130.000 hombres, indicada en una comunicación del 23 de Junio al Secretario General del Ministro del Interior.7 Con base en el informe citado, si a la fecha del 1° marzo 1.939 los refugiados presentes en el campo eran 81.000, (de los cuales 23.300 civiles, 53.900 combatientes y 3.800 miembros de las Brigadas Internacionales), ya en Abril del mismo año, con la edificación de los campamentos de Saint Cyprien y Barcarès, la superpoblación de Argelés se redujo casi a la mitad;8 pero según el informe del Comisario especial para la Sûreté Nationale del campamento, el 7 de Abril se contaban aún 3.036 “internacionales”, entre los cuales, el grupo más nutrido era el de los italianos (540), seguido de los polacos, alemanes y checos.9 En los meses suscesivos, el campamento fue desocupado progresivamente hasta llegar a la evacuación total el 1 de Julio de 1.939 ,10 cuando el Comisario especial del campamento, comunicó al Prefecto de los Pirineos Orientales, que en Argelès no había más refugiados españoles, que quedaba solamente un grupo de 50 prisioneros encargados del cierre y limpieza del campamento, bajo el control del ejército.11
A fines del mes de Agosto, el Estado Mayor dió instrucciones para que Argelès retomase sus actividades. Se realizaron algunos trabajos de reparación y mejoramiento de las estructuras destinadas a acoger nuevamente a todos los internos del campamento de Barcarès que, con el estallido de la guerra, había sido destinado a lugar de encuentro e instrucción de los regimientos para los extrajeros. En esta segunda fase, el campamento se consolidó como estructura definitiva y con su reapertura, en Septiembre del mismo año, los arribos se reanudaron rápidamente haciendo que el total de la población presente, al 1 de noviembre llegase a 17.023 internos (13.034 combatientes, 2.178 mujeres y 1.811 infantes).12 Pero se trata de un número que va rápidamente disminuyendo, sea por la transferencia continua de los internos hacia otros campamentos, sea porque, desde Octubre de 1.939 a Abril de 1.940, muchos de los refugiados fueron llamados por el Ministerio de la Guerra para construir “Le Compagnies de travailleurs Etrangers” (CTE); . Para suplir a la escasez de mano de obra durante la guerra, se optó, además, por el empleo intensivo, en las fábricas y en los campos franceses, de operarios especializados y de trabajadores agrícolas llamados de los campamentos. En la primavera de 1940, de hecho, el campamento de Argelès estaba casi completamente vacío, si se excluye un pequeño número de incapacitados y mutilados además de algunas mujeres y niños; a partir de Mayo, sin embargo, la invasión de Bélgica de una parte y la derrota de otra, reportaron a Argelès los reclutas belgas de los años 40s, los efectivos replegados de las escuelas de aviación y varias unidades militares francesas y polacas,13 además de los ex-combatientes españoles de Saint Cyprien, siendo transformado de este modo en campo de internamiento exclusivamente para civiles.
Finalmente en la tercera fase, del 15 de noviembre de 1.940 al 9 de Juglio de 1.941, dada la desmilitarización definitiva, el campamento pasó gradualmente a la Administración civil: mientas en precedencia la policía interna y el control de los refugiados eran asegurados por la “Garde Mobile”, en ésta fase fueron empleados inspectores y guardias reclutados por el Ministerio del Interior. A engrosar las filas de la población del campamento, en éste momento, fueron los trabajadores de la CTE y los extrangeros en exceso para la produción nacional francesa, además de los así llamados “indeseables”, es decir, civiles de varias nacionalidades encerrados por motivos políticos, económicos o de orden público. Los efectivos del campamento, en Mayo de 1.941, eran aún 5.000 entre hombres, mujeres y niños, mayoritariamente de nacionalidad española, pero éste número se redujo progresivamente hasta llegar a las 1.208 personas presentes en el campo al 1 de Agosto del mismo año (de los cuales 137 ninos y 298 mujeres).14
Lo que nos interesa aquí es, sobre todo, la primera de estas tres fases, o sea, aquella que vio la llegada de los refugiados de España y, con ellos, de los combatientes de las brigadas internacionales vencidos, fase que llega hasta el mes de Mayo de 1.939 cuando éstos últimos fueron todos transferidos al campamento de Gurs.15 Hemos ya subrayado, que tales hombres fueron conducidos al campo de Argelès o inmediatamente o después de algunos días de permanencia en los campos de refugio en los Pirineos, en los puestos fronterizos; en algunos casos, éstas personas habían atravesado clandestinamente la frontera a través de senderos de montana, y habían sido detenidos y arrestados en los alrededores de Perpignan. De cualquier modo, para todos ellos, la llegada al campamento fue una experiencia desoladora. Serán los mismos internos, de hecho, a deber hacer frente a la condición de absoluta improvisación, en el intenso frío del cierzo: “los primeros refugiados, a menudo después de una larga caminata, llegan a un campamento totalmente vacío. Los refugios no han sido aún terminados y tampoco todas las delimitaciones […] Rápidamente los refugiados buscan todo aquello que puede servirles de abrigo. Inicialmente son tiendas hechas con coperturas sostenidas por palos o roseti que resisten mientras el viento lo permite. Después las llamadas “chabolas” que son construídas sólidamente, por decirlo asi, con los materiales, las tablas y los palos que los hombres lograban recuperar con gran decepción de los vecinos del campamento y de las autoridades”.16
En cuanto a estos momentos iniziales de vida del campamento, los abundantes escritos en lengua francesa, ayudan a comprender las dificultades materiales y psicológicas de estos hombres, cansados y abatidos, que fueron literalmente arrojados, abandonados a sí mismos, en la arena y sin ningún tipo de abrigo.17 En estas historias algunos temas son recurrentes y evidencian los aspectos más dramáticos de los primeros meses de permanencia : de una parte la necesidad de abrigarse, que obliga a los hombres a construir refugios improvisados o a excavar huecos en la arena para poder protegerse del fuerte viento y de la lluvia, de otra, la confusión determinada por la superpoblación de los espacios y del polvo que permanentemente giraba en densas nubes sobre el campamento.18 En tales condiciones, detrás del alambre de púas, crecía la desesperación y “una “enfermedad” que no había sido aún descubierta porque nacía de la arena de Argelés sur Mer. Sabia y humorísticamente fue bautizada como Arenitis y se difundió rápidamente entre la población del campamento”: en efecto, «la mayor parte del tiempo inactivos, melancólicos, reducidos por las circunstancias a una vida meditativa, expuestos al viento del norte (que para los ancianos catalanes vuelve loco), los refugiados se abandonan, numerosos, al vértigo del delirio y la locura. Muchos erigen, entre ellos y la siniestra realidad que los rodea, un muro de silencio, como último baluarte de defensa”.19
Otro tema reiterado en las memorias de los prisioneros es el hambre: la comida, en los primeros días, consistía, en efecto, sólo en pan y agua, distribuído haciendo largas colas y en cantidad siempre insuficiente; con la llegada sucesiva de la carne en lata o de otros alimentos para cocinar, sin embargo, emergió el problema de la ausencia de cubiertos, a la cual los prisioneros respondieron usando el ingenio para construirse pequenos instrumentos, partiendo de viejas latas y de aquello que se encontraba en el campamento. Alguna ayuda llegaba de la solidaridad externa, del Socorro a los refugiados españoles y de los Quáqueros, pero a menudo no conseguía los resultados esperados: cuenta Francisco Pons, por ejemplo, que “una vez cuando se difundió la noticia de que se estaba realizando una distribución de paquetes a la entrada del campamento, los refugiados se acercaron corriendo desde cada punto para no quedarse con las manos vacías. Cuando llegó a la entrada, se agitaba ya una masa compacta de refugiados que alzaban los brazos, gritaban, se empujaban y peleaban, tratando de aferrar de cualquier manera las latas que eran lanzadas por encima del alambre de púas por hombres subidos sobre dos o tres caminones aparcados al exterior. Sólo los que se encuentran en las primeras filas son beneficiados, se aseguran dos o tres latas, que, quienes estan cerca de ellos tratan de quitarles”. Ésto provoca peleas, puñetazos, cajas arranchadas, cuyo contenido se esparce por el suelo por pocos segundos y permite ver que son básicamente objetos de aseo. Algunos minutos más tarde todo ha terminado. Pero, ¿de quién es la culpa si sólo un pequeño número de refugiados ha aprovechado de la buena intención?. 20
Las condiciones higiénicas, en cambio, se deterioran casi inmediatamente a causa de la promiscuidad y de la superpoblación, pero también por un error de evaluación: a pesar de que los reportes preliminares sostuvieran lo contrario, el campamento surgía, en efecto, sobre un terreno insalubre, pantanoso y las faldas de agua potable, situadas a apenas 3.50 metros de profundidad,21 se contaminaban a causa de la ausencia de instalaciones sanitarias y de las condiciones de higiene del campamento, en el cual, el único espacio previsto para las necesidades de los internos era la orilla bañada por las olas. La malaria y la disentería se difundieron a causa del agua salobre o contaminada, provocando la muerte de muchos internos, sobre todo niños; otras enfermedades como el tifus, la lepra, la pulmonía y la tiña, en cambio, se desarrollaron a causa de las condiciones climáticas y la ausencia de medicamentos y atención, mientras la difusión de piojos y pulgas alimentó, en los refugiados, un sentimento de degrado y humillación dificil de superar y olvidar.
«Mercado negro, ofensas, robos, todo humillaba estos hombres que soñaban una república (patria?) más hospitalaria».22 Particularmente duros, come ya mencionado, eran los contactos con las fuerzas del orden, que administraban las llegadas al campamento y realizaban el trabajo de vigilancia: los soldados de la Garde mobile eran empleados del servicio de orden en el interior, mientras los tiradores senegaleses, ubicados en el exterior, vigilaban todo el perímetro; finalmente gli spanish, tenían la responsabilidad de vigilar a caballo las llegadas al campamento. La presencia de estas tropas coloniales, acentuó, sin duda, el trauma de los republicanos españoles a quienes dichas tropas recordaban dolorosamente los soldados “moros” utilizados por Franco para las expediciones punitivas durante la guerra civil; para Geneviève Dreyfus Armand y Emile Temine, que han estudiado atentamente la memoria de estos eventos, “el rechazo es tan fuerte que algunos recuerdos no escapan a simplificaciones inoportunas y a consideraciones incluso racistas que pueden sorprender en boca o en los escritos de ciertos militantes”.23
La disciplina en el campamento se vio afectada al inicio por la desorganización general. En los primeros meses, las evasiones, por ejemplo, eran muy frecuentes, porque existía la concreta posibilidad de entrar y salir fácilmente del campo, sea durante el día que durante la noche; los internos, de hecho, iban a menudo a la vecina ciudad de Argelès, en búsqueda de comida y ayuda y caminaban por las calles de la ciudad bajo las miradas compasivas u hostiles de la población. Cuenta Pons, que en los primeros días, “el campo era un colador”. Ir al pueblo de Argelès requería sólo la voluntad de llegar. Ninguna dificultad insuperable. Tener los ojos abiertos y evitar los guardias. Era todo lo que había que hacer. […] Pero era casi imposible superar Argelès a menos que se contara con algún cómplice. Había muchos más guardias y apresaban rápidamente a los españoles”;24 no obstante éstas dificultades, numerosos hombres lograban llegar a Perpignan, distante más o menos 18 kilómetros, “donde esperaban obtener, de los organismos republicanos todavía en función, una ayuda sustancial que les permitiera hacer frente a las necesidades inmediatas”.25 Pero en el mes de Marzo de 1.939, las llegadas de la frontera terminaron, las tropas transferidas a la aduana, fueron desplegadas en las playas de Roussillon para potenciar el sistema de seguridad: el alambre de púas es reforzado y la vigilancia en los terrenos adyacentes se volvió constante, ésto hizo que las evasiones fueran mucho más difíciles. Al mismo tiempo, el Comisario de policía de Perpignan, prepara un plan de depuración de la ciudad, para controlar el creciente número de evasores de los campamentos que circulaban en situación irregular; en sólo una semana, las patrullas arrestaron a más de trescientos hombres, que fueron reconducidos al campamento de la Garde mobile.26
Con el inicio de una cierta forma de organización y la disminución del número de los internos, posibilitada por la apertura de Saint Cyprien y Barcarès, de hecho, la vida en el campamento se orientó hacia una cierta forma de “normalización”: el campamento “fue dividido en dos sectores, uno civil y otro militar, organizados respectivamente en centurias o subdivididos en base a los cuerpos militares de pertenencia (existe un campamento particular para aviadores) y a las jerarquías militares”;27 mientras tanto, los refugios y las letrinas terminaron de ser construídas, a menudo gracias a la mano de obra de los mismos internos; el servicio sanitario fue mejorado con la autorización a los médicos españoles de ejercer y la asignación de un médico, de un ayudante para el médico y de una enfermera para cada parcela (“îlot”).28 Éstas mejores condiciones, se acompañaban a una muy estrecha vigilancia y a una disciplina más rígida, como confirma un informe del 9 de Marzo del Prefecto del departamento, en el cual refería que, mientras al momento del arribo no había sido posible cachear a los combatientes, en éste momento, todas las armas en posesión de los internos habían sido recuperadas y entregadas a la autoridad militar.29 También las visitas al campamento, formalmente prohibidas, pero pacíficamente posibles en un primer momento, fueron ahora reguladas y puestas bajo control: “todas las personas que desean visitar a un refugiado, deben presentarse a la entrada del campamento, durante la mañana para las solicitudes y en la tarde para las visitas. Las solicitudes son numerosas sobre todo el domingo, y la lentitud burocrática provoca filas interminables”.30
El aumento de la vigilancia llevó también a una más severa aplicación del reglamento militar, al cual eran sujetos todos los internos, considerados a todos los efectos como prisioneros: los guardias estaban autorizados a disparar a aquellos que intentaban huir e intervenían duramente para dispersar toda reunión en la cual sospechaban se organizaba una protesta. «La falta de disciplina, los llamados a la rebelión o al motín son severamente reprimidos. Para desalentar los deseos de rebelión y punir a los culpables, se ponen en práctica dos métodos de castigo: el “picadero” y el “hipódromo”»31: en el primero, los condenados debían permanecer inmóbiles en un recinto de alambre de púas por al menos 72 horas, expuestos al viento y a la intemperie, mientras en el segundo, debían correr en círculo al interior del recinto al ritmo de los gritos de los guardias.32 Si inicialmente un islote (îlot) disciplinar fue instalado cercano al hospital interno y distante tres kilometros de los otros rifugios, a mitad de marzo de 1.939, con la intensificación de la represión, viene creado en el departamento, en el castillo de Collioure, un real campamento disciplinar, destinado “a los refugiados considerados peligrosos, después de haber analizado las informaciones recibidas, y a los refugiados cuya conducta en los campamentos había sido objeto de llamadas de atención”.33
Frecuentemente se sancionaba sobre todo por motivos políticos. En los campamentos, de hecho, “ los rifugios contienen hombres de la misma unidad militar, a menudo constituída ésta sobre bases políticas, no es raro entonces, que las antiguas solidaridades se reproduzcan”,34 dando vida a células, por lo más comunistas o anárquicas, empeñadas en la propaganda, en la organización de diferentes formas de protesta para el mejoramiento de las condiciones de vida en los campamentos y para los intentos de fuga;35 se trata, para las autoridades francesas, de «una organización análoga a aquéllas de ciertas sociedades secretas cuyo responsable superior es probablemente el comandante del campamento civil (enviado a Collioure el 26 de Abril de 1939). Los jefes del movimiento están en relación con anárquicos y comunistas franceses. […] Las células se organizan en cada campamento. Durante el día y la noche se realizan reuniones secretas”.36 Pero después de una primera fase de ajuste, en particular entre los brigadistas, “en función de las instrucciones recibidas, (sin duda alguna del Komintern ), la organización deja de basarse en las unidades militares y toma más en cuenta la nacionalidad”»,37 bajo la guía de responsables políticos, como por ejemplo el húngaro Otto Flatter.38 Para los anárquicos, en cambio, la nota del 3 de Mayo de 1.939 en la cual viene denunciada la complicidad de la Sección Internacional Antifacista (SIA), (con tendencias anarco-sindicalistas), en la evasión de algunos cientos de refugiados, a los cuales habrían conseguido y entregado documentos falsos y ayuda logística,39 testimonia que en el campamento existían grupos clandestinos como por ejemplo el italiano “Libertà o morte” (Libertad o muerte).40
Según Pietro Ramella, único autor italiano a haber afrontado el tema de la reclusión francesa, «cuando la organización del campo superó su estado embrional y los franceses encomendaron a los refugiados parte de los servicios de administración, de transporte, de enfermería, etc, las diversas facciones intentaron imponer como jefe uno de los suyos sea en cada refugio, sea en cada islote (ilot), para así poder controlar los encargos más importantes. El control de las tareas permitía mantener un contacto regular con el exterior para obtener informaciones, instrucciones, periódicos, y adquirir también una posición de poder en relación a todos los internos, también de quellos que tenían una opinión diferente”.41 Mientras tanto, las investigaciones, arrestos y transferencias se multiplicaban intensificándose mes a mes, pero parecían no moderar la actividad política al interior del campamento, a pesar de la transferencia de los “internacionales” a Gurs en el mes de Mayo; una investigación de Junio 1.939, por ejemplo, señalaba la costitución de una nueva célula anárquica en el campo 8, 42 mientras que en la parte comunista, el Comisario especial del campamento debió hacer frente, a distancia de pocos días, a la propaganda clandestina hecha en pequeños carteles contra el reclutamiento en las CTE.43
Se trata de un “despertar” político que iba de la mano con las primeras manifestaciones de vida asociativa en el interior del campamento. Es en éste momento, de hecho, que en la pequeña sociedad aislada partieron, además de las competencias deportivas de natación y fútbol, otras expresiones de vida cultural: ya el 25 de Marzo de 1.939, por ejemplo, un suministro de partituras musicales y cuerdas de violín fue entregada en el campamento 44 donde, como recuerdan los testimonios, muchos refugiados habían llevado sus instrumentos musicales.45 Durante este mes, además, se desarrolló un “plan de acción cultural” que los exiliados presentan a las autoridades del campamento y que las mismas aprueban en Mayo de 1.939. Se demuestra así la importancia que la cultura tenía para los republicanos españoles, que a pesar de la situatión querían continuar con éste tipo de actividades, en otras condiciones y a pesar de la derrota sufrida en el suelo patrio, la perseverante acción conducida en éste ámbito, por años, en la parte de España mantenida bajo la autoridad republicana”.46 En Argelès, en efecto, ya en el mes de Abril se organizaron grupos de discusión, conferencias, cursos de alfabetización, cursos de lengua y manifestaciones teatrales.47 A finales del mes, con el reconocimento oficial del trabajo cultural desarrollado en el campamento, algunos refugios fueron destinados específicamente a tales actividades, nació también, en éste período, el “Bullettin des étudians” realizado por algunos refugiados, con el objetivo de difundir la cultura;48 en Junio, a pesar de la precariedad de los medios disponibles, “casi el 80% de los internos siguen las enseñanzas de esta “universidad de la arena” que difunde progresivamente el deseo de cultura y la necesidad de romper el aislamiento mientras, al mismo tiempo, prepara una eventual liberación”.49
En particular, en el refugio 14 del campamento 8, dintinguido de los demás por el cartel “Groupe de la culture”, se reunían los intelectuales y los artistas y tomaba vida la experiencia increíble de la revista «Barraca», en número único de 45 páginas, reproducido en 15 ejemplares, obra de doce refugiados e intelectuales españoles.50 «Minuciosamente escrita a mano, con tinta violeta o negra, con una caligrafía ordenada que permite una cómoda lectura, ilustrada de diseños a pluma, a acuarela o a gouache,51 la revista “Barraca” pretende reproducir con su empaginación -ilustraciones integradas en el texto y disposición en columnas- el aspecto abitual de una revista impresa»52 recogiendo textos y diseños que recorren el penoso viaje de los exiliados y las condiciones de vida del campamento, pero que ofrecen también una forma de esperanza, “nacida de la expresión artística, de la sublimación de la derrota y del dolor”.53 Un fermento creativo alimentado por el apoyo proveniente del exterior, a partir de la ayuda para procurarse los materiales esenciales para éstas creaciones, hasta la acogida que un notable local ofreció a los doce autores de la revista en el castillo de Valmy y que generó, en el Junio suscesivo, el nacimiento en semilibertad de una segunda revista llamada “Desde el Rosellon”.54 Un apoyo que pasaba también a través de iniciativas particulares, como un concurso de viola propuesto por el National Joint Comitee for Spanish Relief en Junio de 1.939 55 y que iba consolidándose con el transcurso de los meses, si se considera, por ejemplo, que muy pronto, con los volúmenes donados por los quáqueros, se creó una biblioteca en el campamento. 56

 

(Ilaria Cansella)

 

 

Note

  1. ADPO 1287W1 nota 01550 del 19/4/1938.
  2. ADPO 1287W1 nota 196/F del 7/5/1938.
  3. Pero Denis Peschanski habla de 65 hectáreas, mientras otros autores aluden a un rectángulo de 550 metros de largo por 260 metros de ancho, o sea un poco más de 14 hectáreas (Cfr. Denis Peschanski, La France des Camps. L’internement 1938-1946, Gallimard, Paris, 2002, p. 132 ; Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil. La guerre d’Espagne. Réfugiés dans les Pyrénées et sur la côte catalane…, Editions Alan Sutton, Saint-Cyr-sur-Loire Cedex, 2009, p. 213; René Grando, Jacques Queralt, Xavier Febrés, Camps du mépris, des chemins de l’exil à ceux de la résistance 1939-1945, Trabucaire, Canet, 2004, p. 81).
  4. ADPO 1287W1 “Renseignements concernant l’installation d’un camp de circonstance en vue de l’hébergement de réfugiés – Commune d’Argelès-sur-Mer” s.d.
  5. Serge Barba, De la frontière aux barbelés. Les chemins de la Retirada 1939, Trabucaire, Canet, 2009, p. 155.
  6. ADPO 1287W1 Historiques du camp d’Argeles”.
  7. ADPO 31W274 nota del 23/6/1939.
  8. Peschanski, en efecto, estima los efectivos en 43.000 (cfr. Denis Peschanski, La France des Camps, cit., p. 42).
  9. Cfr. “Rapport du Commissaire spécial du camp au contrôleur général de la Sûreté Nationale” del 7/4/1939, conservado en los Archives Nationales, Centre des Archives Contemporaines, in Archives restituées par la Russie (fond russe), Préfecture des départements 20000414 art. 31 (citado en Grégory Tuban, Les séquestrés de Collioure. Un camp disciplinaire au Château royal en 1939, Mare nostrum, Perpignan, 2003, p. 34).
  10. ADPO 38W166 nota del 1/7/1939.
  11. ADPO 31W274 nota del 3/7/1939.
  12. ADPO 13J82 “Etat numérique des refugiés espagnols présents dans divers camps à la date du 1er novembre 1939”, s.d.
  13. Según un documento de septiembre de 1.940, de hecho, en el campo se encontraban en ese momento 12.500 efectivos, entre los cuales aproximadamente 7.000 extranjeros de diferente origen, indicados como “no peligrosos” (ADPO 109W227 nota del 14/9/1940).
  14. ADPO 13J82 “Camp d’Argelès sur mer” s.d.
  15. ADPO 31W274 nota del 1/5/1939.
  16. Idem, p. 162.
  17. Cfr., por ejemplo, Francisco Pons, Barbelés à Argelès et autour d’autres camps, L’Harmattan, Paris, 1993.
  18. Serge Barba, De la frontière aux barbelés…, cit., p. 162.
  19. René Grando, Jacques Queralt, Xavier Febrés, Camps du mépris…, cit., p. 89.
  20. Francisco Pons, Barbelés à Argelès…, cit., p. 53.
  21. ADPO 1287W1 “Renseignements concernant l’installation d’un camp de circonstance en vue de l’hébergement de réfugiés” s.d.
  22. Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil…, cit., p. 213.
  23. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage, un exil espagnol, Editions Autrement, Paris, 1995, p. 73.
  24. Francisco Pons, Barbelés à Argelès…, cit., pp. 31-32.
  25. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., p. 32.
  26. ADPO 31W274 nota del 27/3/1939.
  27. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., p. 83.
  28. Cfr. Serge Barba, De la frontière aux barbelés…, cit., p. 166.
  29. ADPO 31W274 rapporto del 9/3/1939.
  30. Serge Barba, De la frontière aux barbelés…, cit., p. 163.
  31. Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil…, cit., p. 222.
  32. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., p. 124.
  33. ADPO 31W274 nota del 20/3/1939.
  34. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., p. 102.
  35. Cfr. Idem, pp. 102 e sgg.
  36. ADPO nota del 27/4/1939.
  37. Denis Peschanski, La France des Camps, cit., p. 53.
  38. En una nota de la Sûreté Nationale de fines de abril, de hecho, se subrayaba que «los comisarios políticos que, después de la derrota, habían perdido todo su prestigio, se reagruparon nuovamente. Su número es de aproximadamente 400 solamente para el campo de Argelès» (ADPO nota del 27/4/1939).
  39. ADPO 31W274 nota del 3/5/1939.
  40. Ver Fausto Bucci documento sobre grupo libertario en apéndice de Muzio Tosi!
  41. Pietro Ramella, La Retirada. L’odissea di 500.000 repubblicani spagnoli esuli dopo la guerra civile (1939/1945), Lampi di stampa, Milano, 2003, p. 87.
  42. ADPO 31W274 nota del 15/6/1939.
  43. ADPO 31W274 rapporto del 10/6/1939.
  44. ADPO 38W166 factura MZ66132.
  45. Cfr. «L’indépendant des Pyrénées Orientales» del 12/2/1939, cit. in Serge Barba, De la frontière aux barbelés, cit., p. 178.
  46. Écrits d’exil : Barraca et Desde el Rosellón. Albums d’art et de littérature à Argelès-sur-Mer, en 1939, par un groupe de républicains espagnols réfugiés, a cura di Jean-Claude Villegas, NPL Editeur, Sète, 2007.
  47. Cfr. Serge Barba, De la frontière aux barbelés…, cit., p. 167.
  48. Cfr. Écrits d’exil…, cit., p. 30.
  49. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., p. 132.
  50. Se trata de José Atienza Toledo, Carlos Conesa Viñas, Gilberto Corbi Murgui, Efrén Hermida Revillas, Jesús Lantada Buey, Isidro Llach Font, Serafín Moreno Vela, José Oncins Mauri, José Carlos Pestana Nobrega, Valentín Rodríguez Gonzalez, Gumersindo Sainz de Morales, Francisco Valera de Pablo (cfr. Écrits d’exil…, cit., p. 25).
  51. Tecnica pictórica en la cual los colores son disueltos en agua y goma.
  52. Écrits d’exil…, cit., p. 23.
  53. Idem, p. 31.
  54. Cfr. Geneviève Dreyfus-Armand, Emile Temine, Les Camps sur la plage…, cit., pp. 104-105.
  55. ADPO 31W274 lettera del 4/6/1939.
  56. Cfr. Francisco Pons, Barbelés à Argelès…, cit., pp. 197 e sgg.