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Voluntarios en guerra
Introducción
Los liberales, los democráticos y los anarquistas
españoles, oponiéndose a la más reaccionaria de
las viejas clases oligárquicas y a la más intolerante
de las iglesias, tuvieron según Leo Valiani «la posibilidad
y el deber íntimo de afrimar sus ideas de libertad, de democracia,
de socialismo en la forma más pura y universal» ( Valiani,
1996 ). Los voluntarios llegados a España desde todo el mundo
a partir del verano del 1936 condividían con las masas españolas
estos ideales y la aspiración a una vida plenamente humana y
digna, y se ofrecieron para combatir por el progreso y por estos principios.
En la misma manera los condividía el soldado italiano tomado
como ejemplo por George Orwell cuando el periodista afirmó que
«más allá de la política de las potencias
y de las mentiras de los periódicos, el objetivo de fondo de
la guerra era que gente como aquel miliciano conquistara una vida digna
a la cuál sabía que tenía naturalmente derecho»
y sostiene, hablando de la segunda guerra mundial, que la defensa de
aquellos ideales había sido «la cuestión de fondo
de la guerra civil española, como lo es de la guerra actual y
de las otras que quizás llegarán» (Orwell, 2007).
Los sufrimientos afrontados por los voluntarios internacionales por
esta causa, sin embargo, no son sólo aquellos ligados al horror
de fondo de la vida militar y de una guerra combatida tenazmente en
cada frente, sino que comprenden también las más disparatadas
de las peripecias que la mayor parte de ellos han tenido que afrontar,
atravesando la mitad de Europa en fuga de la policía de los diversos
países, para llegar a España a través de Perpignan,
atravesando a pié los Pirineos desde la frontera de Port Bou,
o a través del mar embarcándose desde Marsella hacia Barcelona.
Las
brigadas internacionales
Las primeras formaciones de voluntarios
internacionales.
Las primeras formaciones de voluntarios internacionales.
A parte de los pocos antifascistas extranjeros que ya se encontraban
en España durante el estallido de la guerra ( entre los cuáles
se encontraban los italianos Fernando De Rosa y Vittorio Vidali ), los
primeros voluntarios externos llegaron en Julio del 1936 atravesando
clandestinamente la frontera catalana. Eran principalmente anarquistas
italianos que desde hacia bastante tiempo se encontraban exiliados en
Francia y anarquistas franceses intencionados a combatir por la revolución
internacional junto a los hermanos españoles.
Fueron estos “internacionales”, organizados en la columna
anarquista de Buenventura Durruti, a participar a la liberación
del Bajo Aragón ya en Julio del 1936. De la Columna Durruti hacían
parte, desde las primeras semanas de la guerra civil, cerca de 150 voluntarios
internacionales, entre los cuáles los italianos Gino Sette y
Renzo Giua, mientras otro grupo de cerca 150 internacionales se era
enrolado con Durruti pero se había después transferido
a la columna Ortiz, que combatirá en el Sud, en el frente de
Belchite. Los combates más duros sostenidos por los internacionales
de la columna Durruti tuvieron lugar en Pina de Ebro, donde en una batalla,
el 16 de Octubre del 1936, los internacionales, incluso resultando victoriosos,
tuvieron que lamentar la pérdida de ochenta hombres.
Provenientes de un terreno ideológico distinto, en Agosto del
1936 acudieron al frente de Aragón cerca de 300 voluntarios internacionales
adheridos al POUM que fueron encuadrados en la Columna Lenin y operaron
en estrecha colaboración práctica con los anarquistas.
Eran en su mayor parte ingleses del Indipendent Labour Party ( y entre
ellos el escritor George Orwell ), belgas del ala izquierda del Partido
Operario, franceses de la fracción Gauche révolutionnaire
socialiste y también algunos italianos provenientes del Partito
socialista massimalista y del ala comunista bordighista.
Una tercera columna de voluntarios internacionales, italianos en su
totalidad, se formó el 17 de Agosto del 1936 en el frente septentrional
de Aragón ( bajo Huesca) al interno de la columna Ascaso. Se
trataba de la denominada “colonna italiana” o “colonna
Rosselli”, constituída por Carlo Rosselli y Mario Angeloni.
Compuesta por anarquistas guiados por Camillo Berneri, la columna tenía
una orientación libertaria cercana a las posiciones de Giustizia
e Libertá e incluía también comunistas, giellisti,
socialistas y antifascistas genéricos.
El papel de la Internacional
Por su parte, la Internacional comunista tardó algo en intervenir
en España, convencida de que el gobierno francés habría
encontrado un modo para ayudar, sin armar mucho ruido, los republicanos
españoles. Numeros militantes comunistas, sin embargo, descontentos
de la adhesión de Mosca al Pacto de no intervención, acudieron
a España en pequeños grupos y sin el consenso del partido
ya desde los primeros días de Agosto del 1936. Algunos hicieron
parte del esquadrón aéreo organizado y comandado por el
escritor francés André Malraux ( y entre estos también
Nicola Chiaromente y Veniero Spinelli ). Un grupo defendió eróicamente
el puente internacional de Irún, escribiendo una de las primeras
páginas gloriosas de la guerra, otros se extendieron hasta el
País Vasco ( entre ellos Nino Nannetti ) para apoyar a las milicias
populares en la defensa de Santander. Otros aún sirvieron en
la flota republicana de Cartagena o – como Aldo Morandi y Francesco
Scotti – en estados mayores de división española.
La primera formación enviada expresamente por la Internacional
comunista fué, sin embargo, en Septiembre del 1936, la Centuria
Hastone Sozzi, compuesta por cerca de un centenar de internacionales,
en prevalencia italianos, a los cuáles se unieron algunos militares
franceses y polacos. La Internacional comunista había decidido,
de hecho, otorgar un apoyo directo a la República española:
aeroplanos, carros armados, cañones, ametralladoras rusas fueron
enviadas a España en cantidad considerable junto con algunos
centenares de especialistas rusos para enseñarles el uso a los
españoles. Al mismo tiempo, una reunión crucial desarrolada
en Praga el 26 o 24 Julio había decidido la constitución
de un fondo de un billón de francos como ayuda al Frente popular
español y a la creación de un Comité de cinco miembros,
sedignados para administrarlo (hacen parte de él, Maurice Thorez,
Palmiro Togliatti, José Díaz, Dolores Ibarruri y Francisco
Largo Caballero).
Las Brigadas internacionales
Probablemente, durante tal reunión viene establecido el dar vida
a una brigada de 5000 hombres reclutados entre los militantes de la
izquierda europea y de cada país del mundo: de Francia y de Italia
inicialmente, luego de Bélgica, de Suiza, de Suecia, de Inglaterra,
de las Américas, de Hungría, de los Balcanes, de Polonia
y de las colonias de emigrados políticos refugiados en la Rusia
soviética hasta comprender voluntarios de hasta 53 países.
Dado que el Comintern tuvo que tener en cuenta las objecciones de Largo
Caballero, contrario a las brigadas internacionales, el cuál
las habría preferido integradas en las milicias revolucionarias
del ejército español, el acuerdo final dispuso que, aún
gozando de plena autonomía y teniendo comandantes extranjeros,
las brigadas estuvieran bajo el control de un órgano de conexión
con el estado mayor español, situado en Albacete (donde fué
organizado el adiestramiento militar de los voluntarios).
Dentro de estos términos, el primer reparto de las brigadas internacionales,
compuesto por cerca de 900 hombres, atravesó ilegalmente la frontera
de los Pirineos ya entre el 5 y el 6 de Octubre del 1936. Este comprendía
cerca 150 italianos, otros tantos franceses, alemanes, polacos, yugoslavos,
húngaros y incluso algunos “rusos blancos”. En Figueras
tal contingente fué acogido por Luigi Longo, principal organizador
y animador de las brigadas internacionales, y transferido en buen orden
a Albacete, en la zona central donde, bajo el comando nominal de André
Marty, pero gracias al constante trabajo de hombres como Luigi Longo,
Kleber, Rebiére, Ludwig Renn, Hans Bleimer, Regler, Lukacs, Hans
Kahale, los voluntarios venían reagrupados por idiomas y destinados
a batallones donde sus jefes habían sido nominados por el Comitè
militar central y apoyados por un comisario político.
Según las directivas, cada brigada tenía que estar compuesta
por 6 batallones de 750 hombres ( 3 españoles y 3 internacionales
) y 5 compañías, equipadas con una batería y un
cañón anticarro, una compañía de ingenieros,
una para las transmisiones y otra para la asistencia sanitaria. Objetivos
que no se consiguieron respetar: bajo la presión de la batalla
de Madrid dos brigadas internacionales, la XI y la XII, fueron declaradas
preparadas para combatir ya a principios de Noviembre, a pesar de que
cada una estaba compuesta por tres batallones de cerca 500 hombres cada
uno. De la primera hacían parte un batallón balcánico,
uno alemán ( denominado Edgar André) y uno polaco ( denominado
André Marty ) bajo el comando del general Kleber y con Giuseppe
Di Vittorio como comisario político; la segunda estaba compuesta
por un batallón italiano (denominado Garibaldi ), un batallón
alemán ( denominado Thaelmann ) y un batallón franco-belga
( denominado Comune de París ) bajo el comando del general Lukacs
(Mate Zalka) y con Luigi Longo como comisario político.
Durante los cinco meses de incesantes y masacrantes acciones en el frente
de Madrid, amplios vacíos se abrieron enre las filas de combatientes
internacionales, pero la llegada siempre de nuevos voluntarios les permitió
multiplicar el número de las brigadas: se contituyeron la XIII
brigada bajo el comando del alemán Gómez, la XIV bajo
el comando del polaco Walter y la XV bajo el comando del húngaro
Gal. Mientras tanto, la XI brigada fué transformada en una brigada
puramente alemana ( y Hans Kahale sustituyó a Kleber al comando
), mientras la XII brigada se volvió mitad italiana y mitad polaca
y en la XV brigada se formó una consistente compañía
italiana ( que hacía parte del batallón Dimitrov ) que
combatió junto al batallón americano Lincoln en los frentes
de Levante y de Extremadura. En conclusión, a pesar de que las
estimas de los distintos autores divergen, se puede hipotizar para las
brigadas un total de efectivos entre los 40.000 y los 60.000 voluntarios
internacionales (Ranzato,2008), de los cuáles cerca el 57 por
ciento habría estado constituído por miembros del Partido
comunista o simpatizantes (Benassar, 2006). Todos estos hombres dieron
a la guerra un contributo decisivo hasta el Septiembre del 1938, cuando
el gobierno republicano español junto con el gobierno ruso, decidió
retirar de los frentes a todos los voluntarios internacionales, con
la ilusión de que el Comité de no intervención
habría impuesto como contrapartida el retiro de las divisiones
fascistas italianas y alemanas. Los 12.000 internacionales que se quedaron
en el país hasta esa fecha fueron reunidos en campos provisionales
de recogida, pero no pudieron dejar España porque ningún
país aceptó acogerlos. La definitiva derrota republicana,
en Enero del 1939, los sorprendió por tanto en los campos de
desmibilización: desde aquí los voluntarios, recuperando
las armas, cubrieron la retirada de los catalanes hacia la frontera
francesa. Era el momento de la Retirada y el inicio del trágico
evento de los campos franceses.
Los
voluntarios italianos en la guerra de España
El problema de las cifras.
Analizando en lo específico la componente italiana de las Brigadas
internacionales nos encontramos frente a la dificultad de confrontar
datos númericos que se presentan sustancialmente como precarios,
porque están basados en investigaciones estratificadas una sobre
la otra, que corren el riesgo de confirmar recíprocamente errores
e inexactezas. A partir de las listas compiladas por el ex responsable
de la comisión extranjera del Partido comunista español,
Edoardo D’ Onofrio, y de las investigaciones realizadas por Lorenzo
Vanelli, secretario de la Fraternidad ex garibaldini de España,
han sido de hecho elaboradas las fichas recogidas en el archivo de la
Associazione italiana combattenti volontari di Spagna. Trabajo único
por la cantidad de datos recogidos también dentro del contexto
europeo, las fichas Aicvas tendrían que representar para Italia
un instrumento afidable de cuantificación de los voluntarios.
Aún, después de un atento análisis, éstas
resultan a veces imprecisas y también la reelaboración
y el control que han sido realizados recientemente sobre un testo del
1996 por Aicvas no esclarece todas las dudas. Escribe, de hecho, Luigi
Arbizzani que «sobre la entidad y la identidad de los voluntarios
antifascistas italianos que acudieron a España en defensa de
la Repúlica, en el volúmen La Spagna del nostro cuore,
se leen cuatro cifras resumidas: 1) en la tapa se anuncian “ cuatro
mil biografías”; 2) en el “Prólogo”
de Giovanni Pesce se lee de “3.500” italianos; 3) el diccionario
de la A a la Z comprende 3.469 perfiles; 4) a continuación de
las biografías han sido añadidos 671 “Nominativos
de voluntarios de los cuáles no se han recibido anotaciones anagráficas”.
Omitiendo las cifras de redondeo de los “cuatro mil” y de
los “3.500”, los nominativos que aparecen en el diccionario,
sumados a los carentes de “anotaciones anagráficas”,
llegan en total al número de 4.140. entre las 4.431 fichas del
Fondo Aicvas y las 4.140 existe una diferencia de 291 nombres. […]
Las cifras que hemos expuesto meten en importancia que la investigación
para una conclusiva definición del número de voluntarios
y de su precisa identidad debe continuar todavía en las cartas
documentales, en las fotografías coetáneas, en las memorias
recogidas en los sesenta años transcurridos» (Arbizzani,
1999).
En este complejo vá y ven de cifras se escoge aquí de
limitarse a contar aquellas generales para permitir una correcta evaluación
de la contribución italiana. Los cerca de 4.000 voluntarios italianos,
de hecho, resaltan sobre el totel de 40.000 – 60.000 voluntarios
internacionales gracias a la comparación con la participación
internacional subdivisa por nacionalidad: 10.000 franceses, 5.000 polacos,
5.000 alemanes, 2.800 americanos, 1.500 yugoslavos, 2.000 ingleses,
1.000 escandinavos, 1.000 húngaros, 2.500 soviéticos...
(Sprega, Tagliaferra, 2007).
Las principales formaciones italianas
A los pocos italianos presentes en España ya en vísperas
de la sublevación franquista, que se insirieron en la lucha armada
desde el primer día, le siguió inmediatamente la llegada
( en pequeños grupos o en grupos organizados ) de muchos anarquistas,
giellisti, comunistas, socialistas, republicanos y antifascistas italianos.
El 29 de Julio se encontraba en Barcelona Nino Nannetti; Carlo Rosselli
llega el 28 de Julio, Camillo Berneri el 29...
El 31 de aquel més acuden a España Mario Angeloni con
algunos componentes de Giustizia e Libertà y comienza el tentativo
de dar vida a un movimiento de solidariedad organizado también
en el plano militar con la creación de la sección italiana
de la Columna Ascaso, la denominada COLONNA
ITALIANA “ROSSELLI” que tuvo como primeros comandantes
a Mario Angeloni, Carlo Rosselli y Antonio Cieri; a esta primera formación
le sigue, pocos días después, otra menos numerosa, a la
cuál se ha hecho ya referencia, la Centuria Gastone Sozzi. La
Columna italiana y la CENTURIA GASTONE
SOZZI, que precedieron la constitución de las Brigadas internacionales,
son las primeras formaciones prevalentemente compuestas por combatientes
italianos, pero tienen una inspiración distinta: la primera pertenecía
al área laica de izquierdas y tenía como referencia el
movimiento anarco-sindicalista (CNT-FAI), mientras la segunda, menos
numerosa, era de orientación en gran parte comunista.
Entre las formaciones internacionales de los antifascistas italianos
deven ser citadas: la Batería A. Gramsci y la Batería
Rosselli (constituídas al interno del Grupo de Artillería
Internacional en Almansa en Septiembre del 1936), que comprendían
181 italianos; la compañía italiana del Batallón
Dimitrov (que hacía parte de la XV Brigada Internacional, entró
en combate el 27-28 de Febrero del 1937 en el frente del Jarama y fué
diezmada); sucesivamente incorporada en la Brigada Garibaldi; el Batallón
Garibaldi, nacido como Legión italiana el 27 de Octubre del
1936 a través del acuerdo sellado en París entre los partidos
republicano, socialista y comunista y que hacía parte de la XII
Brigada internacional junto con el batallón André Marty
y con el Dombrowsky. Ligeramente distino, al final, el caso de la BRIGATA
GARIBALDI, que no tenía una composición exclusivamente
italiana, contando con por lo menos el treinta por ciento de combatientes
españoles ( tanto que el 4º Batallón de la brigada
tenía como comandante y como comisario político respectivamente
a los españoles Ignacio Muñiz y Enrique Flores ).
Los italianos, en cualquier caso, militaron por doquier, en las formaciones
internacionales como en las españolas. En lo que ataña
las unidades internacionales, voluntarios italianos combatieron en la
XII, en la XIV y en la XV Brigada internacional; los encontramos en
la 129ª Brigada, en la 35ª y en la 45ª División,
en la caballería, en los carristas,en el servicio sanitario,
en el servicio postal, en el Comisariado de las brigadas, en los transportes,
en distintos servicios. Otros italianos, espacialmente aquellos que
provenían de Venezia Giulia, estuvieron en la XI Brigada internacional,
en la Artillería internacional (en las Batería Anna Pauker,
Skoda y Baller) y en el batallón Djakovich. Finalmente, encontramos
italianos ocupados en el sector de las transmisiones radiofónicas,
de la imprenta, de la industria de guerra.
En lo que ataña a las unidades españolas, los italianos
operaron en la 77ª, 86ª, 109ª, 120ª, 133ª,
135ª Brigada, en la 27ª División ( comisario político
Francesco Scotti ), en la Guardia de asalto, en la Marina de guerra
y empleados como interpretes. Un número imprecisado de voluntarios
italianos ( entre los trescientos y los cuatrocientos, sobretodo anarquistas
y poumistas ) se reencontraron en la columna del Barrio, en el Batallón
Matteotti ( que se contituyó en Enero del 1937 al interno de
la Columna Durruti ), en la División Ortiz, en la Columna Lenin
y en el Batallón de la Muerte (comandado por Francesco Fausto
Nitti ).
Los
voluntarios toscanos en España
Estimas cuantitativas
Los voluntarios toscanos de los cuáles la investigación
ha recostruído las biografías son 395. De 86 no podemos
indicar la formación de afiliación, pero para los restantes
309 podemos indicar algunas consideraciones generales sobre su colocación
al interno del ejército republicano en España y una ejemplificación
a través de algunas biografías específicas. Se
debe, sin embargo, tener en cuenta en esto tipo de análisis,
de la extrema mobilidad que se verifica al interno de las formaciones,
debida no solamente al movimiento continuo de los heridos y de los enfermos
desde y hacia los hospitales, sino también a la llegada de los
nuevos voluntarios de la base de Albacete.
Entre los voluntarios toscanos solo 6 resultan no combatientes: Antonio
Cabrelli de la provincia de Lucca en 1937-1938 desarrola misiones en
España a cargo del PCI para el alistamiento de voluntarios en
el ejército republicano pero no vá nunca al frente; el
comunista Giulio Cerretti de la provincia de Florencia durante la guerra
de España dirige el Comité francés para el reclutamiento
de los voluntarios y el Comité internacional de ayuda al pueblo
español en Madrid pero no resulta combatiente. No resultan combatientes
tambien el comunista de la provincia de Florencia Melchiorre Bruno Vanni
y Gino Bartoletti de la provincia de Pistoia (pero Vanelli declara de
ver Vanni en 1937 en el frente de Madrid). Además, se ha decidido
no considerar como combatientes tres mujeres que se encuentran en España
empleadas en los trabajos de asistencia y en el Socorro rojo pero no
en el ejército republicano y en el frente como, sin embargo,
por ejemplo, la anarquista Marietta Bibbi, enfermera en la Columna Benedicto
( 81ª Brigada mixta, 4º Batallón ) en el frente de
Teruel.
Relativamente a los voluntarios efectivamente enrolados en las “milicias
rojas”, las fechas de llegada no son siempre definibles, pero
entre ellos, 24 están ya presentes en España antes del
inicio de la lucha. Sólo por citar algún ejemplo, el anarquista
de Volterra Chierici Dino es residente en San Sebastián desde
el 1935 y al estallido de la guerra forma parte de los primeros motines
en Irún. El anarquista florentino Artorige Nozzoli, sin embargo,
se transfiere a Barcelona ya en el 1928 pero expulsado, se alista durante
tre años en la Legión extranjera española y, licenciado
con la llegada del gobierno republicano, es establece, en el 1932, en
Barcelona donde monta una pequeña fábrica para la confección
y venta de sombreros para señora, que conduce con frecuentes
viajes de negocios entre París y España; al estallido
de la insurreción franquista aparece en cargos importantes en
cualquier manifestación contra los falagistas y toma parte en
todos los movimientos libertarios de Barcelona, tanto que un informador
fascista comunica a la División de Policía Política
italiana sobre Nozzoli que «se le vé dar vueltas por las
calles de Barcelona armado con pistola y con un antiguo gran sable de
caballería. Anima, da coraje, hace planes y proyectos de ataques
e incursiones contra los falangistas, fascistas, ecc...» y viste
el uniforme de la FAI. Particular también el caso de los dos
pistoiesi Francesco Bartolini y Loris Ariani que se expatrian clandestinamente
de Italia en Agosto del 1935, embarcándose juntos en Livorno
a bordo de un barco español que hace escala en Bilbao y luego
llegan a Barcelona en Julio del 1936; aquí los dos toscanos venden
dulces y administran un puesto itinerante de tiro al blanco hasta el
estallido de la guerra cuando los dos, abandonada inmediatamente la
actividad, se alistan entre los primerísimos voluntarios del
ejército republicano. Menos claro es el caso del florentino Ugo
Bitossi que, para la Prefectura de Florencia, en Diciembre del 1935
( pero la fecha es incierta, quizás ya en el 1933 ) se habría
transferido para estudiar canto en el conservatorio de Madrid, viviendo
en casa de su tía que había contraído matrimonio
con un subdito español; de una carta de la madre conservada en
el CPC, se deduce que está enrolado en el ejército republicano
ya en Noviembre del 1936, mientras, según un interrogatorio,
el padre Aldo habría sido capaz en Marzo del 1937 de inserirlo
en un grupo que debía ser evacuado en Francia y simplemente porque,
llegado a Barcelona, las autoridades rusas le habrían impedido
el paso de la frontera, Bitossi, sin medios para su subsistencia, se
habría visto obligado en el 1937 a enrolarse. Casos como este
ejemplifican la complejidad de un análisis cuantitativo sobre
tales hombres, cuyas biografías presentan a veces un alto grado
de incerteza, de la cuál la investigación ha querido siempre
dar cuenta. 171 voluntarios toscanos, de todos modos, llegan seguramente
a España en el 1936. En lo que atañe el 1937, hemos establecido
con certeza que 98 toscanos llegaron a España en este año
crucial para la suerte de la guerra. En el 1938, sin embargo, el número
de afluencia se reduce considerable y progresivamente con el pasar de
los meses hasta un total anual de sólo 25 voluntarios.
Obviamente, en relación al momento de la llegada cambian también
las formaciones a las que pertenecen. He aquí, entonces, que
en las primeras formaciones italianas encontramos 81 combatientes toscanos;
en lo específico, 10 de ellos resultan enrolados ya en Agosto
del 1936 en la Centuria G. Sozzi y 61 militan en la Columna italiana
Rosselli. Otros combaten desde el inicio de la guerra con las columnas
de voluntarios en el frente de Aragón ( tres anarquistas en la
Columna Durruti, un anarquista y un republicano en la Columna Lenin
del POUM, un anarquista en la Columna Carl Marx y dos anarquistas en
la Columna Ortiz ).
En lo que atañe las informaciones sucesivas, encontramos 91 toscanos
enrolados en el Batallón Garibaldi ( que se constituyó
en Octubre del 1936 ) y 132 en la Brigada homónimas ( que se
constituyó en Mayo del 1937 ). Existen más voluntarios
en las Brigadas internacionales: por ejemplo, los paisanos Giuseppe
Franci y Vittorio Maffei ( los dos originales de Bucine en la provincia
de Arezzo ) combaten en la XI Brigada internacional Thaelman de composición
prevalentemente alemana y seis toscanos se reencuentran en la XIV Brigada
internacional; particular es el caso de la XV Brigada internacional
en la cuál se alista 15 toscanos, subdivididos entre el Batallón
Lincoln y la compañía italiana que se constituyó
al interno del internacionalísimo Batallón Dimitrov.
Difícil, sin ambargo, establecer un vínculo entre las
formaciones de afiliación y la fé política, salvo
en algunos casos muy evidentes, como el de la Centuria G. Sozzi, prevalentemente
comunista: en relación con los 10 toscanos enrolados en esta
formación, sólo el carrarese Ciro Andrea Sparano no es
comunista sino republicano.... En el caso, sin embargo, de la Columna
italiana existe una preponderancia numérica anarquista entre
los voluntarios (se cuentan 36 anarquistas), pero hacen parte de ella
también 8 comunistas, 2 socialistas, 3 republicanos y 3 antifascistas
genéricos; además en almenos 9 casos la fé anarquista
no es segura (sospechosa, sin embargo, la comunista) para llegar a un
total de almenos 25 no anarquistas, lo que confirma también a
nivel toscano el carácter mixto de la Columna, nacida bajo el
estímulo de los ambientes de Giustizia e Libertà. Imposible
hacer un razonamiento de este tipo, finalmente, para el Batallón
y al Brigada Garibaldi para comprender su composición, sin embargo,
es necesario hacer referencia al criterio nacional impuesto durante
la reorganización del ejército republicano: según
Longo, de hecho «el criterio de reagrupar los voluntarios por
afinidad nacional y lingüística no puede no prevaler sobre
cualquier otra consideración, pena realmente la confusión
de los idiomas» (Longo, 1956).
Los hombres
Más allá de las cifras, los combatientes emergen con su
humanidad en muchas narraciones autobiográficas escritas sobre
la guerra civil española: por ejemplo, Randolfo Pacciardi en
su Il Battaglione Garibaldi narra con emoción la herida del portavoz
de las órdenes del comando, el «grosso Maffi», que
identifica como «el único toscano que no blasfema»,
mientra define irónicamente a Angiolo Adolfo Scarselli «
ex oficial, ex garibaldino, ex florentino» y recuerda con afecto
«la voce da pentola fessa» con la cuál el republicano
de Florencia, encargado de la intendencia del Batallón, corría,
blasfemando, por el campo para encontrar una corveé o hacer descargar
el material de cocina, liberando al comandante de cualquier preocupación
con su «me ocupo yo, comandante» (Pacciardi, 1945).
Ni siquiera Giacomo Calandrone se permite no citar a algunos toscanos
por su coraje: emergen de sus memorias Alighiero Bonciani «el
valiente y siempre alegre florentino que queda herido gravemente en
Pélahustan, mientras combatía con la Centuria G. Sozzi»
y que «a pesar de sus mutilaciones, se encuentra entre los primeros
partisanos en Francia» o el toscano Ugo Natali, herido en Brunete
en el 1937, que después de la guerra regresa a Francia y «no
vacila, a pesar de sus mutilaciones, a tomar parte en la lucha»,
muriendo en combate en la liberación de Brives (Calandrone, 1974).
También Willy (Stefano Schiapparelli) quiere recordar las figuras
del sienés Nello Boscagli y del florentino Melchiorre Brunno
Vanni, «figura de militante de primer plano que honoró
el Partido comunista italiano y la emigración y acerca del cuál
hasta ahora […] se ha dicho muy poco» (Schapparelli, 1971).
Al mismo modo, no se puede olvidar al comunista Ettore Quaglierini,
ex jefe de los Arditi del popolo livornesi, citado todavía por
Calandrone: el 18 de Julio del 1936, por iniziativa individual, se encuentra
en España en Madrid donde, ya al inicio de la revuelta, forma
parte de los instructores militares del 5º Regimiento con el grado
de teniente coronel; en Enero del 1937 es Comisario inspector del III
cuerpo del ejército español en el frente de Jarama, luego
comisario de las fortificaciones de Madrid, combatiente del sector de
Buitrago en el frente de Samosierra con unidad del 5º Regimiento
y miembro del estado mayor de la Junta de Defensa de Valencia. Con èl
es oportuno recordar también los menos conocidos voluntarios
toscanos enrolados en las formaciones españolas del ejército
republicano: entre los comunistas, el florentino Umberto Papucci, los
hermanos Chiesa de Livorno y el fiesolano Alessandro Sinigaglia; entre
los anarquistas, el pisano Vittorio Elogi y el luqués Bruno Bonturi;
finalmente, de Carrara Oreste Franzoni, antifascista genérico.
Más fácil es encontrar información sobre los grandes
nombres. Dejando por un momento al grossetano Randolfo Pacciardi, acerca
del cuál se escribirá a continuación, y Carlo Rosselli,
del cuál no se puede pensar de recorrer aquí todas sus
bien conocidas vicisitudes biográficas, es necesario evidenciar
el importante papel representado por tres toscanos en los acontecimientos
españoles: Ilio Barontini, Francesco Fausto Nitti y Ottorino
Orlandini, también ellos como Rosselli, personalidades cruciales
en la historia de los voluntarios italianos en España.
Llegado a España en el 1936, Barontini es comisario político
del Batallón Garibaldi y lo guía hacia el ataque como
comandante ( encontrándose Pacciardi en permiso en París
) durante la crucial batalla de Guadalajara, primer combate directo
entre antifascistas y fascistas italianos en España ( seguidamente
será comisario político también de la Brigada Garibaldi
).
El socialista Nitti se encuentra en España desde el 1936 como
instructor en la organización y comandante de una formación
legendaria, el Batallón de la Muerte; sus voluntarios (cerca
de 600 hombres, prevalentemente anarquistas d ela FAI y de la CNT) llevan
en el brazo el símbolo de la calabera y de dos huesos cruzados
y el lema de Blanqui “sin dios ni amo”, y combaten con el
puñal a un lado y las bombas de mano en la gran tasca del mono,
infundiendo terror en el enemigo en el frente de Aragón ( sólo
dos toscanos presentes en el Batallón: el comandante Nitti y
el socialista de origen florentino Renato Ugolini ).
Interesante, finalmente, el evento del cuál es protegonista Ottorino
Orlandini, ejemplificativa de un clima de sospecha que ya a finales
del 1936 inicia a corromper la unidad antifascista del voluntariado
italiano: Orlandini, militante del Partido popular italiano, llega a
Barcelona en Septiembre del 1936 y se alista en la Columna italiana
hasta cuando, en Diciembre, su nominación de oficial opone a
Carlo Rosselli contra la mayoría de los anarquistas de la Columna
(por las acusas que lo meten en una situación comprometida con
el fascismo de las cuáles muchas relacionadas con Orlandini,
el cuál seguidamente será incluso señalado a la
FGS como “pseudo-católico”) y conlleva a la dimisión
de Rosselli del comando, a la salida de los giellisti, de los republicanos
y de los comunistas de la formación y al nacimiento del Batallón
Matteotti.
Los
voluntarios grossetani en las milicias republicanas
Los milicianos grossetani
De los 24 combatientes grossetani identificados en la investigación
( no incluyendo en el número de los combatientes a Luigia Civinini
de Pacciardi ), en 7 casos ha sido posible la identificación
de la formación de pertenencia. Raffaello Bellucci denominado
Franco Nello, de hecho, es señalado simplemente como “enrolado
en las milicias rojas” y de la misma manera son señalados
Alfredo Boschi ( del cuál sabemos también, sin embargo,
que se ocupaba del reclutamiento y del embarco de los voluntarios en
Marsella ), Giovanni Fanciulli, Lelio Iacomelli ( se enrolaron como
operarios excavadores en el 3º Batallón de una imprecisada
fromación republicana ), Nello Manni, Ermanno Neri y Muzio Tosi
( a cargo de la sección italiana de la CNT ).
Entre los grossetani sabemos que se encuentran en España antes
del inicio de la guerra Lelio Iacomelli y Quisnello Nozzoli denominado
Occe. Iacomelli se encontraba en Barcelona ya en el 1932 pero, por la
actividad comunista que desempeñaba “manifestando públicamente
sentimientos subversivos y antonacionalistas”, es expulsado en
Julio del 1933; regresando ilegalmente a España , encontró
refugio en Bilbao donde se unió a una muchacha del lugar y fué
sosprendido por el inicio de la guerra civil. Se enroló el 19
de Julio del 1936 y participó a la defensa de Bilbao, luego tomó
parte en los combates alrededor de Santander y de Gijón, donde,
a la caída de la ciudad, fué arrestado e internado en
los campos franquistas de Santoma, Bilbao, Santander, San Pedro de Cardeña
hasta el 1938. Nozzoli, sin embargo, alcanza a su hermano Artorige en
Barcelona en Julio de 1936 y se adhiere inmediatamente al Comité
anarquista italiano; al estallido de la guerra se enroló en la
Columna Ortiz y a continuación combatió en las filas de
la FAI, participando en la conquista de la ciudad de Caspe y a la creación
del Consejo de defensa de Aragón.
En agosto del 1936 llegaron a España los primeros cuatro voluntarios
grossetani provenientes del extranjero: el republicano Etrusco Benci
dejó Francia dirigiéndose hacia España con uno
de los primeros grupos de voluntarios internacionales y fué enrolado
en la Columna Lenin organizada por el POUM ( herido en una pierna en
Monte Aragón en Septiembre del 1936, será después
el speaker del POUM en Radio Barcelona ); Giovan Battista Frati de Montieri
( denominado Giovannino ) entró a formar parte de la compañía
italiana del Batallón Dimitrov y estuvo entre los milicianos
que combatieron en el frente de Irún y defendieron palmo a palmo
el puente internacional de Hendaye para permitir a los civiles en fuga
el paso hacia Francia ( herido, será ingresado en un hospital
de la Legión extranjera más allá de la frontera
); Socrate Franchi de Prata e Italo Ragni de Campagnatico se alistan
en Agosto, en la Columna Ascaso, pero Franchi pasó a la sección
italiana, la Columna italiana Rosselli, desde su constitución,
en Septiembre del 1936.
En 1937 llegaron a España otros 10 grossetani. En fecha imprecisada
el comunista Giovanni Fanciulli de Porto S. Stefano y Muzio Tosi de
Massa Marittima partieron respectivamente de Bélgica y de Francia
para alistarse, mientras en la Primavera Egisto Serno dejó Francia
para irse a Barcelona y se enroló en la Columna italiana Rosselli.
En Agosto del 1937 partieron a bordo de una pequeña embarcación
de Castiglione della Pescaia los comunistas Vittorio Alunno, Luigio
Angelo Amadei, Pietro Aureli y Angiolo Rossi denominado Trueba que,
después de varias peripecias, en Septiembre arribaron en Albacete
y, depués de un breve adiestramiento militar, fueron encuadrados
en la Brigada Garibaldi.
En Septiembre se encontraba también en España Secondo
Moscatelli, grossetano adoptivo que se había transferido a Montieri
con la familia en edad joven; militó inmediatamente en el Batallón
Garibaldi, luego pasó en Mayo del 1937 a la Brigada Garibaldi
y fué herido combatiendo en el frente de Huesca. Siempre en Otoño
del 1937 también el socialista Nello Manni de Montieri fuè
señalado al Ministerio del Interior como combatiente de las “milicias
rojas” en España. Sólo en el 1938, sin embargo,
resulta enrolado en España el anarquista Ermanno Neri de Sassofortino.
Particular, finalmente, es el caso de Siro Rosi de Roccastrada que en
el 1937 era militar en Cagliari cuando las autoridades buscaban voluntarios
para España: el joven comunista, después de haber tenido
contacto con sus compañeros de Grosseto y haberlos informado
sobre su plan, se enroló en el CTV con la idea de pasar a los
republicanos. En 1937 se embarcó entonces desde Napolés
hacia España, destino Cádiz, donde arribó junto
al contingente fascista, pero la tarde del 18 de Abril del 1937, hacia
las 20, después de abastecerse de municiones y armas, atravesó
las líneas directo a Campillo. Después que su primo Barontini
hubo garantizado su fé antifascista, fué admitido en la
Escuela de Oficiales de Pozo Rubio, cerca de Albacete; se enrolará
a continuación en la Brigada Garibaldi ( 3º Batallón,
2ª Compañía ).
El comandante Pacciardi
Imposible hablando de los voluntarios grossetani en la guerra civil
de España dejar de profundizar en la figura del comandante del
Batallón Garibaldi, el grossetano Randolfo Pacciardi. Se establece
en París junto a su mujer Luigia Civinini, Pacciardi en el verano
del 1936 recibió una carta de Rosselli sobre un posible concurso
para la formación de una legión italiana de las brigadas
españolas, pero no se adherió a la propuesta porque era
contrario a una formación dependiente del ejército republicano.
Sólo el 26 de Octubre del 1936 firmó en París el
acuerdo constitutivo de la Legión antifascista italiana, nacida
bajo el patrocinio político de los partidos socialista, comunista
y republicano y con el concurso de las organizaciones adherentes al
Comité italiano pro España, y dotada en los pactos iniciales
de una cierta autonomía.
Designado por los tres partidos que constituiban el Comité político
como comandante de la Legión dedicada a Garibaldi ( se trata
del núcleo incial del Batallón Garibaldi que cogerá
este nombre desde el 3 de Noviembre ), Pacciardi toma parte en todos
los combates del Batallón, quedando herido en una mejilla y una
oreja en la batalla en el río Jarama; estuvo presente, sin embargo,
sólo en las últimas fases de la batalla de Guadalajara
( en la cuál el Batallón era guiado por Barontini ) porque
se encontraba en aquel momento en permiso en París. Permaneció
a la guía de los voluntarios hasta Junio del 1937, cuando el
Batallón Garibaldi se tranformó en la Brigada homónima,
y dirigió los combates de la nueva formación todavía
en Huesca y en Villanueva del Pardillo.
En el verno del 1937, sin embargo, en desacuerdo con los comunistas
por la fallida realización de una brigada completamente italiana
y contrario al uso de la Brigada Garibaldi contra los anarquistas barceloneses,
dejó España, después de haber asistido a la conmemoración
de Carlo Rosselli en Barcelona, y se reparó en los Estados Unidos
junto con su mujer, que lo había seguido hasta España.
Para conocer la biografía completa de Pacciardi os remitimos
a la sección Biografías de los grossetani, mientras para
lo que concierne las cuestiones que opusieron al republicano grossetano
contra el estado mayor de Albacete y contra el Comisariado de las Brigadas
internacionales (prevalentemente comunista y bajo el control del Comintern,
control cada vez más cerrado a partir de la segunda mitad del
1937) os remitimos por un lado a la crónica de las vicisitudes
españolas hecha por el mismo Pacciardi y por el otro lado al
durísimo juicio sobre el comandante del Garibaldi, expresado
por Giacomo Calandrone en sus memorias (Pacciardi, 1945).
(Ilaria Cansella)
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