|
Barcarès
Barcarès, surgió en las playas de Roussillon,
es el tercero y último campamento provisional creado por las
autoridades francesas para la acogida y el control de los refugiados
españoles. Los trabajos se iniciaron el 9 de febrero de 1939,
cuando fueron evidentes las proporciones del éxodo y se inició
la construcció de otros campamentos, destinados a aliviar la
situation de hacinamiento de Argelès y Saint Cyprien; en el informe
al Ministro del Interior del 6 de marzo de1939, el Prefecto refería
que, con el fin de descongestionar estos campamentos, «en la región
de Barcarès, bajo la dirección de M. Cazes, Ingeniero
en jefe de Aude, un campamento hecho de barracas de madera, que podía
contener a alrededor de 40.000 personas, estará listo en 8 días.
A este campamento serán conducidos los milicianos agrupados en
el valle del Tech (Arles y Prats de Mollo)».1
En la inspección de marzo 1938, en realidad, el mencionado sitio
no había sido considerado, tomando más bien en consideración
la playa de Canet, escogida sobre la base de los mismos criterios utilizados
para los otros campamentos;2 fueron probablemente
los eventos ligados al primer mes de vida de los campamentos de Argelès
y Saint Cyprien y las protestas de los habitantes de Perpignan,3
a sugerir a las autoridades la pertinencia de alejar lo más posible
los campamentos de la ciudad, colocándolos al extremo más
septentrional del litoral, bien comunicados, de todos modos, gracias
a la puesta en función de una vieja linea ferroviaria, de una
parte con Perpignan, pasando por Bompas, de la otra con Rivesaltes,
pasando por Pia.4 En el testimonio de un refugiado,
una vez superado el ingreso del campamento, habían sido colocados
«a la derecha y a la izquierda, grandes rectángulos de
alambre de púas; del lado de la calle, había aperturas
que permitían el paso; en cada puerta una letra enorme, pintada
sobre un pedazo de madera fijada en la punta de un largo palo. El orden
alfabetico se alterna de izquierda a derecha. La A precede a la C en
un lado y, en el otro, la D sigue a la B ».5
El campamento, era organizado «en secciones, buscando agrupar
los diferentes cuerpos del ejército y aislar a los civiles, los
militares, los heridos y los antiguos brigadistas, en función
de la predisposición a las transferencias ».6
En total, era compuesto de alrededor 300 barracas,7
«hechas de pequeñas tablillas ensambladas y cubiertas con
cartón alquitranado. Una puerta a cada extremo, cerrada por un
simple pasador, y un extintor “Minimax” suspendido a un
lado de aquella que, por convención, se llamaba “entrada
principal”. Ocho pasos de ancho por treinta de largo. Capacidad
prevista: 70 hombres, lo que significaba un espacios de más o
menos 47 centímetros para cada uno. […] En cuanto al interior,
nada, ni siquiera la sombra de un insignificante taburete. Así,
es la arena que nos servirá de cama y de mesa. El morral y la
manta señalarán el puesto de cada uno».8
No obstante sus pretenciones de “campo modelo”, «sería
vano querer establecer una diferencia significativa entre Barcarès
y Argelès o Saint Cyprien. Si ha beneficiado de una preparación
más rápida y ligeramente mejor de los otros, los refugiados
no le han acordado, por esto, estrellas suplementares en la guía
de los campamentos».9 La vida se desarrollaba
como en los otros y, de hecho, para los internos las playas se sucedían
y les parecían siempre iguales.
Lo que caracterizaba Barcarès, en cambio, era el hecho de que
en este campamento venían agrupados los refugiados que debían
esperar el repatrio: estas personas beneficiaban de un tratamiento levemente
mejor respecto a los otros refugiados y tenían derecho a atenciones
desconocidas hasta ese momento;10 justamente las
condiciones de vida menos dramáticas, ofrecidas por las autoridades
francesas ansiosas de incentivar por todos los medios posibles los repatrios,
representaron una fuerte tentación para los internos, porque
influía además la nostalgia incontrolable de la patria,
bien descrita en casi todos las testimonios.11 Sobre
este aspecto, muchos históricos han guardado silencio;12
una excepción la hace el texto de Geneviève Dreyfus-Armand
y Émile Temime, Les Camps sur la plage, en el cual un largo párrafo
está dedicado a los “franquistas”, o sea a aquellos
que escogían regresar a España.13
Se evidencia como, en los primeros meses, las presiones francesas para
el repatrio de los refugiados debían ser fuertes, si se considera
la probable cifra de cerca 90.000 repatrios a mitad de junio 14
y la circular dirigida por el Ministro del interior a los prefectos
en mayo de 1939, en la cual Albert Sarraut subrayaba «el carácter
voluntario que debe caracterizar el regreso de los refugiados a España»15
y repetía que «ningún repatrio debe ser forzado»,16
dando motivo para pensar que probablemente algún abuso en este
sentido debía haberse cometido.
Al contrario, Madrid temía un regreso demasiado rápido
y masivo de los exiliados, quería aprovechar de la presencia
de los mismos para acelerar el acuerdo con París y lograr que
le fuesen restituídos sus bienes, transferidos a Francia con
el éxodo;17 por éstos motivos, sólo
a partir del mes de agosto, el gobierno español autorizó
la reapertura oficial de la frontera por el lado de los Pireneos orientales,
determinando un aumento significativo de los repatrios.18
Efectivamente, de los documentos oficiales conservados en el Archivo
departamental de los Pireneos orientales, en el Fondo Fourquet, resulta
que, del 29 de julio al 6 de octubre 1939, casi 23.000 rifugiados dejaron
los campamentos de Roussillon para volver a España y, entre éstos,
prácticamente 20.000 provenían de Barcarès;19
sólo en la semana del 30 de julio al 5 de agosto de 1939 fueron
repatriados de este campamento casi 4.000 uomini,20
mientras en la semana sucesiva, del 5 al 12 de agosto, dejaban Barcarès
en dirección de Hendaye, y de allí más allá
de la frontera, 3.884 internos.21
Casi inmediatamente, «durante la “drôle de guerre”,
la posición del gobierno cambia sensiblemente, dado qua la falta
de hombres obliga a retenerlos para utilizarlos en el conflicto en acto»;22
al mismo tiempo, según Peschanski, «a partir de finales
de la primavera de 1939, las autoridades franquistas se estaban enfrentando
con sus propias contradicciones: constataban que Francia trataba de
utilizar a los adultos en previsión del conflicto y debían
tomar en cuenta, después de la euforia ideológica de la
victoria, la necesidad de mano de ópera para la reconstrución
del país».23 En septiembre del mismo
año, los representantes españoles fueron a las playas
de Roussillon para proceder al examen de los pedidos de repatrio, mientras,
anuncios de las autoridades franquistas comenzaron a ser pegados en
el interior de los campamentos o difundidos por los altoparlantes; el
2 de octubre, el gobierno español promulgó un decreto
de amnistía que, anunciando una fase de normalización,
incentivó notablemente los pedidos de regreso a España.
Como consecuencia, desde este momento, los repatrios aumentaron progresivamente:
en settembre de 1939, por ejemplo, un documento oficial señalaba
5.543 pedidos, mientras en octubre el número creció a
8.769;24 a finales de 1939, en prática, el retorno a España
representaba il medio principal de salida de los campamentos, superando
notablemente la también consistente incorporación en las
CTE y el reclutamiento militar.25
El reclutamiento podía darse, inicialmente, sólo en la
Legión extranjera, porque que no era concedida a los extranjeros
la admisión en el ejército francés. Con la creación
paralela de los Régiments de Marche de Volontaires Etrangers
(RMVE), se habían multiplicado las peticiones, tanto que, al
primer centro de adiestramiento situado en Lione, había seguido
la creación de un segundo destacamento a Barcarès, único
campamento involucrado en este fenómeno: aquí fueron constituídos,
con voluntarios de 45 nacionalidades diferentes, el 1°, el 2°
y el 3° RMVE, después transformados en el 21°, el 22°
y el 23°, a cuyas virtudes de combatividad y coraje está
dedicada hoy una triple estrella conmemorativa en la playa donde surgía
el campamento.26
No obstante los 70.000 internos estimados por Peschanski a finales de
abril de 1939, 27 entre reclutamientos, CTE, repatrios
y transferimientos hacia el campamento disciplinar de Vernet, el campamento
di Barcarès quedaba progressivamente vacío: a finales
de julio, por ejemplo, según las evaluaciones del embajador francés
en España, Philippe Pétain, permanecían aún
a Barcarès alrededor de 36.000 effettivi,28
que a finales de septiembre habrían descendido lentamente a 34.000.
29 De todos modos, los últimos 213 “huéspedes”,
todavía presentes en febrero de 1942, fueron incorporados de
oficio en un gran reagrupamiento de trabajadores extranjeros y el campamento,
en parte ya desmantelado, fue oficialmente cerrado después de
algunos meses, el 1° de agosto del mismo año y cedido al
Comisariato para la lucha contra la desocupación.30
(Ilaria Cansella)
Note
-
ADPO 31W274 rapporto del 6/3/1939.
-
Cfr. ADPO 1287W1 nota del 7/5/1938.
-
Cfr., por ejemplo, el documento
de la Cámara de Comercio de Perpignan en el cual se exponían
las preocupaciones de la ciudadanía, derivadas «de
la construcción de campamentos de concentramiento en las
playas, al límite de las ciudades, que anuncian el establecerse
en el Roussillon de ésta multitud cuya complejidad hace que,
como lo testimonian algunos dramas, ningún gesto y ningún
sentimiento pueda ser controlado y reprimido» (ADPO 31W274
mozione del 16/3/1939).
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés. Les chemins de la Retirada 1939, Trabucaire,
Canet, 2009, p. 189.
-
Test. di Llouis Montagu, cit.
in Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil.
La guerre d’Espagne. Réfugiés dans les Pyrénées
et sur la côte catalane…, Editions Alan Sutton, Saint-Cyr-sur-Loire
Cedex, 2009, p. 216.
-
Grégory Tuban, Les sequestrés
de Collioure. Un camp disciplinaire au Château royal en 1939,
Mare nostrum, Perpignan, 2003, p. 20.
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., p. 192. El testimoni de Francisco Pons,
que evidencia como el campamento parecía «concebido,
pensado, construido, recintado, subdividido en “ilot”
con una concepción geométrica militar, antes de la
llegada de sus huéspedes», habla, sin embargo, de 25
ilot y de 675 barracas en junio 1939 (cfr. Francisco Pons, Barbelés
à Argelès et autour d’autres camps, L’Harmattan,
Paris, 1993, p. 150).
-
Test. di Llouis Montagu, cit.
-
Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., p. 193.
-
Cfr. Idem, p. 195.
-
Cfr., ad esempio, Manuel
Andújar, Saint Cyprien, plage…, Presse Universitaire
Blaise Pascal, Clermont-Ferrand Cedex, 2003, pp. 145 e sgg.
-
Cfr. Javier Rubio, La politique
française d’accueil : les camps d’internement,
in Pierre Milza, Denis Peschanski, Exils et migrations :
Italiens et Espagnols en France 1938-1946, L’Harmattan, Paris,
1994, pp. 129-130.
-
Cfr. Geneviève Dreyfus-Armand,
Emile Temine, Les Camps sur la plage, un exil espagnol, Editions
Autrement, Paris, 1995, pp. 30-38.
-
Cfr. Idem, p. 134.
-
Telegramma del Ministro dell’Interno
ai Prefetti del 5/5/1939, cit. in Geneviève Dreyfus-Armand,
Emile Temine, Les Camps sur la plage, cit., p. 33.
-
Ibidem.
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., p. 113.
-
Cfr. Denis Peschanski, Les camps
français d’internement. L’internement en France
1938-1946, Thèse de doctorat d’État en Histoire,
direction Antoine Prost, Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne,
2000, p. 26 e sgg.
-
Cfr. ADPO 13J82 “Etat des
réfugiés espagnols sortis de France au cours de la
période du 29 juillet au 6 octobre 1939” s.d.
-
Cfr. ADPO 13J82 “Etat des
réfugiés espagnols sortis du camp de Barcarès
pendant la semaine du 30 juillet au 5 août 1939” s.d.
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., p. 195.
-
Denis Peschanski, La France des
Camps. L’internement 1938-1946, Gallimard, Paris, 2002, p.
38.
-
Ibidem.
-
Cfr. ADPO 31W274 “Départs
des réfugiés pour l’Espagne” s.d.
-
Cfr. Javier Rubio, La politique
française d’accueil, cit., p. 129. Según Peschanski,
los balances sucesivos a la Liberazione habían estimado que
«de los 465.000 españoles que pasaron la frontera,
340.000 habían regresado a su país » (Denis
Peschanski, La France des Camps, cit., p. 40).
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., pp. 196-197. Cfr. anche Pietro Ramella,
La Retirada. L’odissea di 500000 repubblicani spagnoli esuli
dopo la guerra civile (1939/1945), Lampi di stampa, Milano, 2003,
pp. 124-127.
-
Denis Peschanski, La France des
Camps, cit., p. 42.
-
Cfr. Grégory Tuban, Les
séquestrés de Collioure. Un camp disciplinaire au
Château royal en 1939, Mare nostrum, Perpignan, 2003, p. 92.
-
Idem, p. 110
-
Cfr. Serge Barba, De la frontière
aux barbelés, cit., p. 198.
|