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La continuación del empeño en la Resistencia en Italia
Hoy en España mañana en Italia. En las convocatorias del 13 y 14 de Noviembre de 1936, Carlo Rosselli adoptó esta fórmula que «se convirtió inmediatamente en lema -que aún hoy se recuerda en Italia como un momento auroral de la Resistencia armada contra el fascismo- porque [… ] más allá de la específica localización, la expresión resumía el significado a dar a la guerra en la voluntad de combatir el fascismo en todas partes ».1 La aventura española, entonces, asumía para el líder de Justicia y Libertad una dimensión más amplia que, a través de un mensaje de fe que propendía a una idealización y a una expansión de la empresa del voluntariado, no podía terminar de otro modo que con la lucha por la liberación de Italia.2 Fue precisamente por este motivo que Mussolini consideró siempre Rosselli uno de los más peligrosos antifascistas en exilio, y en junio de 1937 mandó a sus propios agentes franceses a Bagnoles-de-l’Orne, donde Carlo había ido a hacerse curar una pierna herida durante la batalla de Monte Pelato, con la orden que lo asesinaran a él y a su hermano Nello. El objetivo del jefe del fascismo italiano era impedir que la contraofensiva se orientase de España en dirección de Italia.3 Rosselli no pudo hacerlo, pero otros voluntarios italianos antifranquistas conocidos y menos conocidos, continuaron, después de la experiencia en tierra ibérica, su empeño contra el nacionalsocialismo justamente regresando a Italia. Esta fue también la elección de muchos toscanos. De éstos, que en la mayor parte de los casos habían vivido la experiencia del exilio en Francia antes de la guerra civil española, se puede decir que realizaron una lucha de larga duración al fascismo. Entre éstos, Ottorino Orlandini, que había combatido también en la segunda guerra mundial y en la guerra de España; en sus memorias, con amarga ironía, recuerda su participación en tres conflictos bélicos en Europa: «Las guerras han sido siempre una cosa sucia...las he odiado siempre y en tres ocasiones me he encontrado envuelto en esas situaciones. No porque he sido llamado; he participado siempre como voluntario, ingenua y estúpidamente voluntario ».4 A reforzar la voluntad de luchar por la libertad en toda Europa contribuyó también, probablemente, el período de internamento que numerosos voluntarios transcurrieron en los campos franceses después de la aventura en tierra ibérica. La guerra civil representó uno de los marcos ideales más importantes de la Resistencia italiana en la cual, de hecho, fue muy fuerte la memoria de la experiencia española entendida «como grande prueba general del conflicto europeo, justamente en el terreno civil e ideológico».5 Faltándoles la experiencia de la guerrilla, los partisanos italianos eran vistos, por los partisanos de los otros países europeos como inexpertos en ese tipo de lucha, en particular entre la tropa en las primeras líneas. Era fuerte también, consecuentemente, el prestigio de los veteranos españoles, algunos de los cuales llegaban de un período de militancia en la Resistencia francesa. Como modelo a aplicar también en Italia, venía considerado el gran trabajo político desarrollado en España entre los primeros voluntarios, para formarlos como soldados de una causa y hacer que las formaciones de los partisanos fueran algo más que filas de francotiradores. Los veteranos, por su parte, no olvidaron el período más allá de los Pirineos, con la esperanza de que la derrota del Asse condujera también a la caída del régimen franquista, y exhortaban a que la revolución europea no olvidara España.6 Los ex voluntarios eran comprensiblemente muy orgullosos de su experiencia. En modo muy sintomático los partisanos que formaban parte del 9° Korpus yugoslavo cantaban:
La Resistencia italiana también extrajo de la guerra de España los términos con los cuales identificar a sus propias formaciones. Fue así que, a raíz de las Brigadas Internacionales, el término “brigada” tuvo suceso también en Italia.8 Gracias a la experiencia en la guerra de España, por algunos proseguida en Francia en los campos y después en la cárcel o en la frontera con Italia, los veteranos a menudo recubrieron cargos de responsabilidad en las filas de la Resistencia. Paolo Spriano, en el quinto volumen de su libro Storia del Partito Comunista Italiano, escribe: «el 90% de los quadro dirigentes llega de una experiencia vivida en Portolongone, en Castelfranco Emilia, Fossano, Sulmona, Perugia, Turi de Bari, Pianosa, Ponza, Ventotene, las islas Tremiti, etc., o de la milicia de la emigración. En cientos de casos se han acumulado las dos experiencias, con emigraciones ilegales y repatriaciones, con “estadías” en cárceles, a veces breves, gracias a las varias amnistías y a los indultos del régimen, y con el retorno “a las manos del enemigo” a través de medidas “administrativas” de la frontera. […] Figuran entre ellos los veteranos de la guerra de España que aportan un válido adiestramiento militar […], personas que, habiendo sido detenidas en Francia por los alemanes en 1940-42 y luego entregados a las autoridades fascistas, han llegado a la frontera de Ventotene y han encontrado a sus compañeros; personas que, habiendo logrado pasar del conocido campo del Vernet al maquis francés, atraviesan los Alpes en los mismos días del armisticio, a veces antes y a veces después de 1944».9 Es éste, por ejemplo, el caso del futuro Secretario del PCI Luigi Longo que, luego de haber sido Comisario General de las Brigadas Internacionales en España y uno de los exponentes destacados de la organización comunista del campo del Vernet, será uno de los líderes más importantes de la Resistencia Italiana.10 Siempre en el campo comunista, y para continuar con los más conocidos, pasaron de España y después de Francia (aunque no siempre por los campos de internamento) dirigentes partisanos y gapistas como Giovanni Pesce, Osvaldo Negarville, Antonio Roasio, Giuliano Pajetta y muchos otros.11 Siempre Spriano anota como, a través de éstas y otras figuras fundamentales, «la experiencia española – que es experiencia unitaria– juega en algunas direcciones precisas: justamente en aquella de los Gap […]; en aquella de una concesión no de partido de las formaciones garibaldinas […]; en aquella de dar mucha importancia a la figura del comisario político […]; en la audacia y en la capacidad de organización que se encuentran en los cuadros dirigentes del partido que surgió después».12 Fue importante, entonces, el papel jugado por los “ex-españoles” en la formación de los Gap en el norte de Italia. Así en el texto dedicado a la Lombardia de Luigi Borgomaneri en el Dizionario della Resistenza, a propósito de los Grupos de Acción Patriótica se lee: «Dirigidos por ex voluntarios antifascistas en España, luego integrados en las filas de francotiradores partisanos franceses (Francesco Scotti, Vittorio Bardini, Ilio Barontini, Cessare Roda, Egisto Rubini y Angelo Spada), los Gap fueron inmediatamente empleado en los mayores centros de la región y junto a los destacamentos de montaña, en Enero de 1944, fueron encuadrados en la III Brigada de asalto Garibaldi Lombardia».13 No sorprende, entonces, que también entre los
comunistas toscanos veteranos de España, y, en varios casos también
del internamento y de la Resistencia en Francia, fueran numerosos aquellos
que revistieron cargos de mando en la guerra partisana. Eran, a menudo,
personalidades de gran importancia, a veces incluso de nivel internaconal
que, gracias a la experiencia de lucha, al prestigio y al patrimonio
de conocimientos acumulados viajando por Europa, han instituído
el refrán roselliano Hoy en España, mañana en Italia,
asumiendo así un rol muy importante en la guerra. Sin embargo, estamos afrontando un tema al que creemos
puede ser atribuída una gran importancia historiográfica,
pero sobre el cual, la bibliografía consultada, no nos ha dado
los instrumentos, de los cuales una investigación como ésta,
de carácter regional, habría necesitado. Podemos, de todos
modos, intentar una conceptualización de las dificultades que
estamos encontrando, a partir de la insuficiencia o/y ausencia de las
fuentes, como se señalará más adelante, después
de haber indicado brevemente el estado de las informaciones recogidas.
Mientras tanto, es útil partir teniendo en consideración
la pertenencia política, como primer elemento de diferenciación,
que constituye una de las variables de los itinerarios personales de
los voluntarios14. No habían pasado por los campos, pero habían vivido la experiencia española en primera línea, otros comunistas, como el livornés Ilio Barontini, que formó parte del Comando General de las Brigadas Garibaldi, fue organizador de los primeros Gap y guió el Cumer (Comando militar unificado de la Emilia Romaña); el florentino Aldo Lampredi, dirigente partisano en Veneto y en Friuli y en la parte final de la guerra a las órdenes de Longo; el livornés Arturo Silvano Scotti, fundador del Cln de Crespina y luego miembro de la 3° Brigada Garibaldi de San Vincenzo y presidente del Cln local. De Barontini es conocido el rol de líder político de primer plano, durante y después de la guerra civil española. Puede ser, la suya, la más representativa entre las experiencias de combatiente de todas las luchas contra el nacionalsocialismo, en Europa, e incluso en Africa, y de transferencia en las Resistencias de técnicas militares y modelos políticos experimentados en España16. Menos consistente, sea cualitativamente que cuantitativamente,
fue la presencia en los cuadros dirigentes de la Resistencia de los
no comunistas. Giovanni De Luna, histórico del Partido de Acción,
escrive que: «ninguno de los elementos indicados por Secchia para
subrayar el rol de la organización (cuadros militares ejercitados
en la experiencia española, continuidad de la presencia conspiradora
durante dos décadas, tradición de luchas de trabajadores
y campesinos) parece tener un significado importante (entre los veteranos
de España, activos en esta fase, está solamente Ottorino
Orlandini en Toscana). Aún identificando la organización
con una completa conciencia de los “dirigentes” sobre las
características y sobre los objetivos de la lucha armada, estos
elementos son difícilmente detectables en los orígenes
de la resistencia del PdA cuya participación en la Resistencia
se configuró a través de aproximaciones sucesivas, con
un pragmático empirismo de fondo».17
Así Orlandini, un hombre común que en España había
combatido sea en la Columna GL de Rosselli, sea en la Brigada Garibaldi
y que había estado internado en los campos, desempeñó
un papel importante en el nacimiento de la formación Justicia
y Libertad en el Mugello y formó parte del Comando Militar del
Partido de Acción de la misma zona. Pocos, seguramente también
a causa de su histórico rechazo por los puestos de comando, fueron
los voluntarios antifranquistas toscanos de fe anárquica con
roles importantes en las filas partisanas. Entre estos podemos recordar
al carrarés ex internado Onofrio Lodovici, comandante partisano
en Carrara y miembro del local Cln. El número total de los antifranquistas toscanos que prosiguieron su empeño en la Resistencia italiana no fue, sin embargo, tan grande como se podía esperar. Las informaciones que hemos obtenido consienten un estimado que podría ser más bajo del real. Sólo una verificación posterior podrá dar mayores certezas. Esperamo algunos resultados del estudio sistemático de la la documentación de la Comisión Toscana para el reconocimiento de la actividad partisana, que necesita un cruce con otras fuentes –hasta este momento se han podido estudiar sólo los resultados del examen de la documentación exhibida, no toda aquella producida por los solicitantes. Los partisanos fueron aproximadamente el 18% de los voluntarios “ibericos”. Probablemente fue determinante la avanzada edad de los veteranos que, habiendo combatido en España, en numerosos casos, tenían más de treinta años. Gabriele Ranzato, Camillo Zadra y Davide Zendri, razonando sobre el conjunto de las biografías de los voluntarios italianos en España, no pertenecientes a ningún partido político (información obtenida a través de los estudios del AICVAS), han escrito que «la escasa presencia en las filas de la Resistencia de hombres pertenecientes a un componente tan importante, se puede explicar, en parte, con un dato sobre la edad, ya que la media en términos etáreos de los voluntarios era, en 1936 de más de 33 años, de modo que en 1943/44, ésta debía estar en al rededor de los 40 años ».19 En la mayoría de los casos, los voluntarios llegaron a España no directamente de Italia mas de Francia, por lo cual, la mitad de los años de su vida los habían transcurrido en la difícil condición económica y moral típica de los exiliados y, entonces, la continuación del empeño, también considerando el heroísmo y la indudable fe antifascista de los voluntarios, no era de fácil actuación. En esta situación, que podía mantenerlos alejados de su patria por diez o veinte años, el vínculo con Italia, y en el caso que estamos analizando, con la Toscana, no podía no resultar fuertemente debilitado o, más aún, ausente. Resulta sin embargo difícil, la definición de un modelo interpretativo; muchas de nuestras biografías, excluyendo para aquellos que la vivieron, la situación de los campos, registran pocas noticias del período entre 1939 y 1944. Se trata de un hiato de duración variable, pero que constituye una constante, a menudo de silencio total de las fuentes. Si esta condición hace difícil y a veces imposible la reconstrucción de la mayor parte de las trayectorias individuales, que llevaron o no a muchos ex voluntarios de la guerra civil a la militancia en la Resistencia en Italia, sería temerario dar una explicación general de las formas y de los límites del compromiso con la causa, de los nuestros. Lo que podemos deducir –poco más que un paradigma circunstancial- es que la ausencia de fuentes, en este caso, es la misma fuente. El dato, que la investigación fotografía, es que cuando no se trata de personalidades importantes, son pocos los rastros dejados en los archivos y en las memorias, a los cuales hasta ahora se ha podido acceder. Es un hecho que nos remite a datos objetivos: a la
condición de clandestinidad que dura años, una peregrinación
a través de Italia o Europa, a la desorientación de los
regresos a Italia que podemos leer no como regreso a la patria, por
el ya mencionado vínculo debilitado con personas, lugares, realidades
italianas. Es estructuralmente diferente la condición en la cual
habían vivido el período precedente intelectuales o personalidades
importantes en la política italiana, a menudo europea. Diferente
también, podemos suponer, aquella de quienes se habían
formado políticamente a través de encuentros y enfrentamientos
en el ambiente singular de los campos –Vernet, y no sólo
éste- que los había llevado a un nivel de conciencia más
alto de aquél que los había empujado hacia España,
a veces un generoso impulso juvenil, animado de una orientación
política no siempre y necesariamente muy madura. Podemos limitarnos,
entonces, a una distinción entre categorías, sobre la
base de datos personales (edad), la permanencia o no en los campos,
la pertenencia política, esta última una llave de lectura
importante, ya evidenciada por la historiografía, que es esencial
citar. Concluyendo esta reflexión (al momento provisional), partiendo de la premisa de este texto -el antifascismo de larga duración, como dato que caracteriza la época que reparó la derrota del totalitarismo nazi y fascista- no se puede, ciertamente, excluir a los toscanos. Más allá de los progresos en la búsqueda de las fuentes que podrá darnos más argumentos y respuestas, consideramos que la red de las variables en los hechos que hemos mencionado más arriba,(sobre la base de la escasa historiografía de la cual tenemos conocimiento y de aquello que se ha definido “paradigma de indicios”), interviene fuertemente en la practicabilidad de las elecciones sucesivas a la dura derrota de 1939. A ésto no es inútil agregar, que será indispensable preparar un trabajo de comparación con los personajes originales de la Resistencia en Toscana, fundamentalmente entre las regiones en las cuales estuvieron los nuestros.
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