El Campo del Vernet de Ariège

 

La construcción del campo del Vernet se inició a partir de junio de 1.918, para hospedar a los francotiradores de las tropas coloniales senegalesas. Se eligió el Ariège en consideración del clima templado de la región. Pero en los últimos meses de la Gran Guerra, el sitio se transformó en un campo de prisioneros para encerrar a los soldados austríacos y alemanes que eran capturados. Antes de ser abandonado por muchos años, en el período sucesivo al términe del primer conflicto mundial, el Vernet fue utilizado por un breve período también como depósito de material militar del ejército francés.1 Administrativamente, el campo dependía de la Prefectura de Foix y militarmente de la 17° región de Tolosa y se ubicaba a dos klilómetros del homónimo pueblo.2
El campo no estaba en buenas condiciones (a tal punto, que en un primer momento las autoridades sanitarias militares no autorizaron el internamento de los prófugos) 3 cuando, el 9 de febrero de 1.939, los hombres de la 26° División Durruti, compuesta por doce mil anárquicos y comandada por el Coronel Ricardo Sanz, entraron en Francia por el paso de Puigcerda. El tránsito se produjo en el puente Llivia con la cadencia de un camión cada tres segundos. En la División Durruti, que había retardado hasta el final la avanzada de los franquistas, estaban presentes también varias mujeres en uniforme y muchos de los heridos durante los últimos enfrentamientos.4 Mientras tanto, el 6 de febrero, se había creado la “Comisión de investigación de los campos de concentración y de reunión”, que decidió trasladar la 26° División de los campos provisorios de La Tour de Carol y de Bourg Madame a Vernet. Los primeros refugiados llegaron al campamento a partir del 10 de febrero y a fines de este mes 9.000 anarchici, de 10.200 pertenecientes a la división, habían sido transferidos al Vernet. Aquellos que no llegaron al campo fueron acogidos en Mazères, que se ubicaba a nueve chilometros de distancia, el lugar venía llamado “centro de acogida”.5 La peligrosidad de los anárquicos y la consecuente necesidad de registrarlos de las autoridades francesas, es demostrada por un escrito secreto (“confidencial”) en el cual, del Ministerio del Interior, se pide al Prefecto de los Pirineos Orientales permitir a los funcionarios ministeriales entrar en el campo, (posibilidad en un primer momento negada), de manera que fuese posible elaborar una lista completa de los combatientes.6
El viejo campo contaba con veinte barracas de 33 metros por 6 cada una, de las cuales siete eran reservadas a las tropas y a diferentes funciones y se extendía por aproximadamente cincuenta acres.7 La llegada masiva de los españoles de la costa mediterránea y de Gurs, mucho más allá de la capacidad máxima de los edificios, el frío (el invierno de los años 1938 y 1939 fue particularmente rígido, con temperaturas que llegaron hasta a quince grados bajo cero) y las precarias condiciones higiénicas, hicieron particularmente difíciles las condiciones de vida en el campo en esos primeros meses. Además, la alimentación era escasa y no incluía carne, fruta o alimentos que tuviesen azúcar. Durante el día, los refugiados recibían una taza de tè o de café, una hogaza de pan seco de un kilo que debía ser compartido entre seis personas y una sopa pobrísima que tenía como única ventaja el hecho de que era caliente. Desde marzo hasta septiembre murieron de hambre o frío al menos 57 internos. La custodia del campo estaba bajo la responsabilidad de la Garde Mobile y de las tropas coloniales de Senegal y Madagascar. Algunas organizaciones humanitarias y los partidos de izquierda trataron de aliviar, al menos parcialmente, las condiciones de vida de los internos proveyendo un sostén material (viveres, vestidos y dinero) y moral (envío de libros, periócos y cartas). Algunos cientos de españoles lograron salir rápidamente del campo gracias a contratos de trabajo que les fueron obtenidos por los militantes de izquierda. Las condiciones de vida del campo mejoraron momentáneamente sólo en el mes de agosto cuando, seguidamente a la visita del General Maurice Gamelin, Jefe de Estado Mayor del ejército francés, la alimentación empezó a ser más variada y fue constríuda una enfermería.8 Para aliviar los sufrimientos de los internos, fueron publicadas solicitudes en algunos periódicos del Ariège dirigidas a los comerciantes, para que donaran al campo mil pantalones y el mismo número de pares de zapatos.9 Seguidamente la situación volvió a ser insoportable. El hambre, la brutalidad de los guardias y la amenaza de la deportación a Alemania o Africa del Norte llevaron a provocar el 26 de febrero de 1.941, una clamorosa revuelta. Los internos se rehusaron a trabajar, a comer y neutralizaron a los guardias. En la represión de la protesta fueron arrestadas 102 personas. Algunas de éstas fueron encerradas en las cárceles francesas, otras fueron entregadas a Mussolini y a Hitler, otras tantas se encontraron en los campos de Africa del Norte. Después de este episodio la organización del campo fue renovada y el comando pasó al Coronel Juan de Pablo.10
A fines de la primavera de 1.939, el campo empezó a ser progresivamente desocupado, de una parte por las numerosas evasiones, de otra por los contratos de trabajo concedidos a los internos por los franceses del lugar y también por la práctica de organizar a los elementos más peligrosos y sospechosos en compañías de trabajo, (ocupadas al exterior del campo en la agricultura, en las fábricas, en la construcción de las digas o en la minas). Otros internos fueron inseridos en las CTE o fueron enviados a otros campos. Poco antes del estallido de la segunda guerra mundial, en el campo no restaban sino alrededor de doscientos internos.11
En octubre la situación cambiò radicalmente y el Vernet se convirtió en un campo disciplinar, apoyando y posteriormente sustituyendo el castillo de Collioure. Iniciaron a llegar trenes que transportaban extrajeros “peligrosos para el orden público”, “para los intereses nacionales” y los “extremistas”.12 Este cambio es testimoniado en un telegrama, enviado por el Ministro del Interior a los Prefectos el 28 de septiembre de 1939, en el cual se afirmaba: «Les informo que el campo del Vernet abre a partir del lunes 2 de octubre. En virtud de la precedente comunicación sírvanse dirigir a este centro los extranjeros sospechosos o peligrosos de sus departamentos, después de que se hayan puesto en contacto con el Prefecto del Ariège».13
De este modo, el número de los internos inició a aumentar considerablemente pasando de las 915 personas del 13 de octubre de 1.939 a las 1.725 del primero de diciembre del mismo año, hasta las 2.000 de febrero de 1.940. 14 En septiembre de 1940, basado en la informacion del Ministerio del Interior al Prefecto de los Pireneos orientales, del 24 del mismo mes, “se alojaban” en el Vernet 3.500 personas.15 El uso del campo, a partir de ese momento, estuvo directamente relacionado con la guerra apenas iniciada. La situación geopolítica influencia de modo decisivo la provenienza nacional y la extracción política de los internos. El campo asumió, de este modo, un carácter claramente represivo. Después de la declaración de guerra de los franceses a Alemania, muchos ciudadanos de ese país fueron internados en el campo. La misma suerte, en virtud del pacto Molotov-Ribbentrop, tocó a muchos comunistas.16 La llegada de los italianos al campo inició, en cambio, en junio de 1.940, seguidamente a la entrada en guerra de Mussolini contra Francia. La situación era compleja en cuanto en Francia se contaban 700.000 italianos que, evidentemente, no podían ser todos internados. Sin embargo, el procedimento se inició. Los números testimonian este pasaje quantitativo y qualitativo de los internos: en abril de 1.940 llegaron 150 personas, en mayo 1.050 (austriacos y alemanes), en junio 1.800 (esencialmente italianos).17 También fueron internados aquellos que, con la genérica acusación de ser enemigos nacionales venían considerados la “quinta columna”, los judíos extranjeros a partir del otoño de 1.940, los rusos blancos en junio de 1.941, confundidos por un corto período con los Bolcheviques. A los internos politizados se sumaban los delincuentes comunes.18
Una circular del Ministerio del Interior de Vichy del 17 de enero de 1.941, evidencia la particular dureza del Vernet incluso en comparación con los otros campos franceses: «No es necesario mantener en el campo de Gurs, de Argelès, de Rivesaltes o de Milles, una disciplina tan rígida como en el Vernet donde se encuentran condenados y extremistas».19 Pierre Milza y Denis Peshanski en el libro escrito por ellos, afirman que los internos «deben soportar condiciones extremamente difíciles, sea en la parte material sea en el ámbito represivo, que se ejercita con particular brutalidad: en caso de “mauvaise volonté” (renuencia), los castigos corporales no son raros, en el campo disciplinar creado con el fin de aislar completamente a los elementos extrajeros peligrosos».20 Las infracciones a la rígida disciplina del campo eran sancionadas con la reclusión forzada en el llamado “hipódromo”, recinto de pocos metros cuadrados delimitado con alambre de púas y expuesto a la intemperie. El nombre nacía de las carreras al rededor del campo que los prisioneros eran obligados a realizar para calentarse. Otra sanción era el “picadero”, un recinto en el cual eran obligados a permanecer de pie con las manos amarradas a la espalda. Durante los castigos, los prisioneros sufrían las burlas de los gendarmes y era prohibida la introducción de comida, sigarrillos y mantas.21
Il campo del Vernet estaba dividido esencialmente en tres sectores separados. El “sector A” (compuesto por ocho barracas) agrupaba aquellos que habían sido internados por motivo de delitos comunes (documentos falsos, no posesión de documento de identidad) o que habían sido condenados. El “sector B” (formato por diecinueve barracas) recibía en cambio a los extremistas peligrosos, comunes o anárquicos. En el “sector C” (dieciocho barracas) se encontraban todos los demás, de los sospechosos a los judíos y hasta los ex voluntarios de las Brigadas Internacionales. De todos modos, la división no era rígida. De hecho, por ejemplo, podía suceder que algunos partisanos fueran arrestados por delitos comunes y encerrados en el primer sector o que judíos llegasen al campo no por motivos raciales, mas por causa de falsificaciones de identidad (eran dirigidos al “sector A”). Finalmente en el “sector T” (costituído por tres barracas) estaban los internos “dignos de interés” en tránsito.22 Justamente las transferencias al interior de los sectores o hacia otras destinaciones creaban gran preocupación entre los internos. A continuación, un texto escrito el 20 de octubre de 1.941 en el cual, el jefe del campo, describía al Prefecto de Ariège algunas transferencias y las reacciones que éstas habían provocado: «el traslado de 7 alemanes hacia un destino especial, la transferencia de 7 combatientes del “sector T” al “sector B” […], la partida de 7 alemanes conocidos como politicamente comprometidos, ha provocado consternación en todo el campo. Es interesante analizar los comentarios que han circulado en propósito: “Los documentos de todos los refugiados alemanes son remitidos a las autoridades de ese país”. “Cada semana un cierto número de internos serán entregados a las autoridades alemanas”. “Los alemanes tomarán el comando de todos los campamentos de Francia, etc…”. El terror era tal que en el “sector C” muchos combatientes alemanes han declarado que prefieren una transferencia a Africa a una extradición. Inútil agregar que, seguidamente a nuestra partida, toda actividad política manifesta es, por el momento, inexistente. […]. La transferencia de los comunistas del “sector T” al “sector B”, fue igualmente comentada de modo muy preocupado en el ambiente de los combatientes y sobre todo ha provocado una cierta sorpresa entre los grupos del “sector C” que creían que la célula del “sector T” hubiese pasado desapercibida ».23
El Vernet era especializado en “hospedar” a los extrajeros mientras los franceses los “alojaban” por error y así, mujeres y niños judíos que habían sido internados en dos ocasiones en 1.942 y en 1.944 ahora eran enviados a otras destinaciones. En el campo se encuentran hombres de 58 nacionalidades y provenientes de 5 continentes.24 La más variada es la extración social y cultural y las biografías son muy diferentes entre ellas. Es así que fueron internados: «el voluntario de las Brigadas Internacionales, un mecánico mexicano de San Luis Potosì, se les une el brigadista noruego, sanmarinés o albanés; el comerciante chino capturado en el puerto de Marsella se encuentra con el judío palestino, el oficial greco con el príncipe georgiano, el poeta alemán con el estudiante estonio».25 También desde el punto de vista político encontramos en el campo representadas todas las tendencias. También fueron internados algunos fascistas y algunos nazistas.26 Naturalmente la mayor parte de los internos compartían la fe antifascista y esto hizo del Vernet uno de los centros franceses y europeos de la Resistencia al nazifascismo. De este modo encontramos anárquicos, comunistas, socialistas y trotskistas.
La actividad de los diversos grupos libertarios se divide en dos períodos (1.939 el primero, 1.940-1.943 el segundo) y en dos principales grupos nacionales, los españoles, mayoritariamente catalanes y los italianos. La primera parte es aquella en la cual vienen internados los anárquicos de la 26° división Durruti. Entre ellos también el jefe Ricardo Sanz. En la segunda fase la influencia anárquica en el campo diminuye y se reforman las varias corrientes antagonistas de la galaxia libertaria española. Además de Sanz, en el campo estan presentes otras personalidades como Joseph Juan Domenench, (había sido Ministro del Suministro y después Jefe del Servicio Público de la Generalitat de Cataluña y Secretario de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), Mateo Baruta Vila, Subsecretario a la Sanidad Pública y a la Asistencia Social y el Lugarteniente Miguel García Vivancios, viejo Comandante de Puigcerda. Entre los italianos, los más conocidos eran el senés Silvio Sardi, conocido en el campo con il nombre de batalla de Raphael Chantelli y Giorgio Braccialarghe. Los libertarios italianos organizaron la publicación de la revista «Res Nova».27 El movimiento libertario en el Vernet estaba dividido básicamente en dos corrientes que reproducían las dinámicas que habían visto en España, de una parte apoyar a las fuerzas republicanas para alcanzar el poder y gobernar (los llamados “participacionistas”), y de otra parte, los irreducibles de la total autonomía, (los “revolucionarios”). De este modo, en el análisis de la segunda guerra mundial, los libertarios se dividían entre quienes se negaban a participar en el conflicto y los otros, es decir, los “amigos de Londres” y los militantes del Partdo Obrero del Trabajo (POT), que antes se habían empeñado en la Resistencia.28
El internamiento de un gran número de dirigentes comunistas europeos y de una buena parte de los dirigentes de las Brigadas Internacionales, hicieron del Vernet uno de los principales centros después de Moscú. Los alemanes reorganizaron en el campo su partido (DKP). Entre otras, una personalidad sobresaliente era seguramente Franz Dahlem, diputado, número dos del partito y responsable de los alemanes en las Brigadas Internacionales. Posteriormente fue deportado a Mauthausen. Después de la guerra será Viceministro de la Instrucción de Alemania del Este. También el grupo de los españoles era nutrido. Entre los más conocidos encontramos a Francisco Anton, miembro del buró político del PCE y comisario general del ejército Republicano. Particularmente importante era la presencia de los italianos. Fueron internados en el Vernet Luigi Longo (conocido en España como Gallo), Inspector General de las Brigadas Interancionales y futuro Secretario del PCI, Eugenio Reale, futuro alcalde de Nápoles, Mario Montagnana, Giuliano Pajetta y Felice Platone. Entre los otros, las figuras particularmente significativas eran el húngaro Otto Flatter, responsable de las Brigadas Internacionales que será Primer Ministro, el rumeno Mihail Florescu, futuro ministro, el checoslovaco Joseph Pavel, último comandante en jefe de las Brigadas Internacionales, después él también ministro, el yugoslavo Ljoubomir Ilich, comandante de las Brigadas, después General. Los portavoces, dependiendo del caso, eran Dahlem, Ilich y Longo.29 Los comunistas en el campo estaban reagrupados por nacionalidad y afinidad y subdivididos en células. El reglamento interno establecía que todos debían entregar un tercio de aquello que recibían, (sea dinero que víveres), al colectivo general que proveía a la redistribución. De este modo llegaban a ser aseguradas hasta dos comidas más cada semana. Colectiva era también la actividad semi-ilegal de la lectura de los periódicos y las noticias más importantes eran recopiadas en quadernos ad-hoc que circulaban al interior de los diferentes grupos.30
El control de las autoridades francesas sobre las actividades políticas en el campo era muy estricto. Son numerosos los informes del Jede del campo al Prefecto del Ariège y al Ministro del Interior. Con estas notas se mantenía un constante monitoreo sobre la propaganda, la organización los intentos de fuga, las varias corrientes políticas, sobre las estrategias y los desacuerdos internos y las diferentes situaciones entre los diversos grupos anárquicos y comunistas. Los personajes más conocidos y considerados más peligrosos, (entre los italianos seguramente Longo), eran tenidos constantemente bajo observación.31 Varios comunistas, por ejemplo Reale entre los italianos, sufrieron durante el período de internamiento, interrogatorios y procesos.32
Además de los políticos, la presencia de intelectuales y artistas de reconocida importancia era numerosa en el Vernet, intelectuales y artistas conocidos a nivel mundial que generaron una gran vivacidad intelectual en el campo. La mayor parte eran comunistas y socialistas, pero se encontraban también numerosas personalidades simplemente antifascistas. A pesar de las dramáticas condiciones de vida, lograron de todos modos escribir, diseñar, componer y esculpir. Por este motivo en el Vernet encontramos al escritor alemán Louis Emrich, deportado y ejecutado en Alemania, los directores teatrales rusos Serge Mintz-Meinard y Michel Flurscheim, el compositor polaco Félix Sztal, el pintor ruso Paul Pitoum, que perdió la vida en el campo, el escultor polaco Moise Rosemberg y el arquitecto alemán Bruno Peiser. Probablemente es más famosa la presencia de escritores de renombre en el campo. Sólo para citar los más conocidos, recordamos Friedrich Wolf, poeta y dramaturgo definido por la prensa americana “el enemigo número uno de Hitler”, Rudolf Leonhard, presidente de la Sociedad de los escritores alemanes, Max Aub, uno de los más grandes escritores españoles del siglo, que de aquél período ha dejado su libro Dernières nouvelles de la Guerre d’Espagne.33 Algunas páginas sugestivas de Aub sobre el Vernet estan incluídas en la obra Manuscrit du Corbeau,34 descripción surreal y satírica del universo del campo de concentración, de las condiciones en las cuales los hombres eran obligados a vivir y de la paradójica organización social que allí funciona, visto a través de los ojos de un cuervo imaginario. El cuervo nota la extraordinaria vivacidad cultural del campo a tal punto que Aub llega a hacerlo afirmar que: «la reclusión es la mejor condición humana. Para obtener hombres excelentes, se los encierra en prisión por un determinado tiempo. Si los hombres que ejercen la autoridad no han vivido en una escuela superior de esta especie, sobreviene una época de decadencia, que se sitúa hacia finales de un ciclo; las amapolas son destronadas por personas venidas de las prisiones y de los campos de concentración ».35 Siempre al campo el célebre escritor húngaro Arthur Koestler dedicó una de sus novelas más importantes: La schiuma della terra.36 Entre los italianos, el intelectual más conocido era Francesco Fausto Nitti, periodista y escritor socialista, ex-comandante en España de la XII Brigada Garibaldi.37
El Vernet fue también campo de internamiento para numerosos judíos extranjeros. Mientras hasta el otoño de 1.940 el motivo de internamiento en el campo era generalmente político, sucesivamente las consideraciones raciales fueron predominantes. La afluencia masiva de los judíos se dio en el verano de 1.942. El 8 de agosto y el primero de septiembre del mismo año partieron del Vernet en dirección de Auschwitz los primeros trenes. Los traslados se efectuaron hasta el 19 de mayo de 1.944. En total los hombres, las mujeres y los niños deportados fueron 1.200. Muchos fueron sin embargo, en estos últimos meses, los judíos que lograron huir antes de ser enviados a los campos de concentración alemanes.38
El 10 de junio de 1.944 los alemanes tomaron el control del campo para preparar la evacuación general. Veinte días después 403 detenidos del Vernet, casi la totalidad de los internados que se habían quedado en el campo (excluídos los enfermos y aquellos demasiado jóvenes para partir), la mayor parte partisanos extranjeros, fueron transportados en camión o en bus a los cuarteles Cafarelli en el centro de Tolosa. A éstos, el 2 de julio, se sumaron, en la estación de Raynal otros prisioneros políticos, la mayor parte provenientes de la prisión de Saint-Michel y del campo de Noé. La misma cosa sucedió a Bordeaux. Las personas deportadas eran en total 656, de las cuales 64 mujeres. Los italianos eran 65 (la tercera nacionalidad más numerosa después de los españoles y los franceses). El tren, siniestramente denominado más tarde “Train Fantôme” (“tren fantasma”), dejó Tolosa el 3 de julio en dirección Dachau.39 Durante el dramático viaje, que duró ocho semanas y con los prisioneros que debieron viajar en el vagón normalmente utilizado para las bestias, muchos lograron escapar evitando de este modo una casi segura muerte. Entre éstos estaba Nitti, que logró evadirse en la zona de Haute Marne y que del tren fantasma ha dejado una reconstrucción literaria en “Chevaux 8 hommes 70. Le train fantôme, 3 juillet 1944”.40 Este el relato de la fuga de Nitti realizada creando una apertura en el interior del vagón. «La idea de la evasión me había venido desde el principio, como a muchos de los otros compañeros; yo había comprendido que era el único modo de salvarme. En muchas ocasiones y sobre todo durante las transferencias, habría podido realizar mi plan, pero cada vez, a causa de algún imprevisto, debía renunciar. Esta vez debía actuar a toda costa. El tren se estaba acercando a la frontera alemana [...] Hacia las nueve y media, vi pasar la estación de Lecourt, en la línea de Neufchâteau. Después inicié a distinguir las sombras de mis compañeros […] Comprendí que la operación había empezado; vi que a través de las fisuras entre las tablas entraba una débil luz en el interior del vagón. Mi turno había llegado. Los brazos de mis compañeros me sostuvieron, bajé y me encontré entre las ruedas, el ruido era ensordecedor. Mecánicamente, efectué los movimientos que ya muchas veces había repetido mentalmente. Sentí un fuerte golpe en las rodillas y me encontré de repente tendido en medio al carril del tren, la cara contra la tierra, los brazos pegados al cuerpo [...] Sabía que diecisiete vagones debían pasar sobre mi. El tiempo me parecía largo. Miré hacia la parte posterior del tren y creí que debían pasar pocos vagones. En efecto, un momento después, el aire fresco del campo me acariciaba el rostro ».41
El campo cesó su actividad a mediados de agosto y fue evacuado el 23 del mismo mes. Por último en septiembre fue utilizado para los soldados alemanes tomados como prisioneros. En total las personas que habían sido “alojadas” eran 40.000. No es posible estimar oficialmente el número de aquellas personas que perdieron la vida en el campo. La única fuente es el cementerio compuesto por 142 tumbas correspondientes al mismo número de muertes.42
Hoy la memoria del campo es conservada gracias al trabajo de “L’Amicale des anciens internés du camp de Vernet d’Ariège”, del museo del Municipio de Vernet, que contiene fotos, diseños, libros, documentos oficiales, artículos de periódicos de la época y un plástico que reconstruye la estructura del campo. En el lugar donde era situado, hoy resta solamente un pequeño cementerio en cuyo ingreso se lee “A la memoria de los combatientes antifascistas conocidos y desconocidos por la libertad de los pueblos”, un cartel que recuerda a los judíos deportados y otro dedicado “A la memoria de los resistentes europeos internados en el campo del Vernet de Ariège de 1.939 al 1.944”. Por último en la estación de la pequeña ciudad es conservado uno de los vagones de los trenes que llevaban a los internos a Alemania. Con un decreto de 1.992, el Presidente de la República François Mitterand proclamó el campo “Memorial nacional de los campos de internamiento en Francia”.

 

(Francesco Cecchetti)

 

 

Note

  1. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, Edition Private, Toulouse, p. 43; Serge Barba, De la frontière aux Barbélés. Les chemins de la Retirada 1939, Trabucaire, Canet, 2009, p. 210; Progreso Marin, Exil: témoignages sur la guerre d’Espagne, les camps et la résistance au franquisme, Loubatieres, Portet-Sur-Garonne Cedex, 2005, p. 128; Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil. La guerre d’Espagne. Réfugiés dans les Pyrénées et sur la côte catalane…, Editions Alan Sutton, Saint-Cyr-sur-Loire Cedex, 2009, p. 218.
  2. Cfr. Pietro Ramella, La Retirada. L’odissea di 500000 repubblicani spagnoli esuli dopo la guerra civile (1939/1945), Lampi di stampa, Milano, 2003, p. 96.
  3. Cfr. Ibidem.
  4. Cfr. Idem, p. 48.
  5. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 43; Serge Barba, De la frontière aux Barbélés, cit., p. 211; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 128; Jean-Claude Pruja, De la République aux camps de l’exil, cit., pp. 218-220; Pietro Ramella, La Retirada, cit., p. 97.
  6. ADPO 31W274, nota del 10/3/1939. «El Inspector General Sallet acaba de decirme que los inspectores que había enviado a Vernet de Ariège (Ariège), para la identificación de los refugiados de la División Sanz-Durruti, no han podido hacer su trabajo porque aquellos ex combatientes estaban mezclados con los otros y el Comandante de la formación de acojida ha declarado que, durante el período de reagrupamiento de los rifugiados (más o menos 10 días), era prohibido penetrar en este campo. Le agradeceré reportar a las Autoridades militares responsables la necesidad urgente de autorizar a los funcionarios de mi administración a entrar en el campo de los rifugiados españoles, en cualquier momento, para cumplir con la ejecución de los encargos que les pueden ser asignados. Al respecto, le agradeceré hacerme llegar lo más pronto posible, la lista completa de los ex combatientes de la Divisione Sanz-Durruti».
  7. Cfr. Denis Peschanski, La France des Camps. L’internement 1938-1946, Paris, Gallimard, 2002, p. 99. Según Del Pla e Ramella las barracas del campo son en cambio 19.
  8. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 44; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 128.
  9. ADEA 5W135 “Note à la presse – Appel d’offres pour fournitures pour le camp du Vernet d’Ariège” s.d.
  10. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 56-57. Según el ya citado texto de Serge Barba, la protesta se habría desarrollado entre el 22 y el 23 de febrero.
  11. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 44.
  12. Cfr. Ibidem. Cfr. también Grégory Tuban, Les séquestrés de Collioure. Un camp disciplinaire au Château royal en 1939, Mare nostrum, Perpignan, 2003, p. 114.
  13. ADPO 109W227 nota del 28/9/1939.
  14. Cfr. Anne Grynberg, Anne Charaudeau, Les camps d’internement, in Exils et migration. Italiens et Espagnols en France 1938-1946, por Pierre Milza y Denis Peshanski, L’Harmattan, Paris, 1994, p. 150.
  15. ADPO 109W227 nota del 24/10/1940. Según Progreso Marin, sin embargo, en agosto ya estaban presentes 5.000 efetivos (cfr. Progreso Marin, Exil…, cit., p. 128).
  16. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 45.
  17. Cfr. Denis Peschanski, La France des Camps, cit., pp. 152-153.
  18. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 45.
  19. Ibidem.
  20. Exils et migration…, cit., p. 150.
  21. Cfr. Pietro Ramella, La Retirada, cit., pp. 65, 99; René Grando, Jacques Queralt, Xavier Febrés, Camps du mépris, des chemins de l’exil à ceux de la résistance 1939-1945, Trabucaire, Canet, 2004, pp. 124-125.
  22. ADPO 109W227 nota del 2/10/1939. Cfr. también Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 46; Anne Grynberg, Anne Charaudeau, Les camps d’internement, cit., p. 150; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 128.
  23. ADEA, 5W373 nota del 20/10/1941.
  24. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 47. Marin en el texto ya citado habla en cambio de 60 nacionalidades.
  25. Ibidem
  26. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., p. 47; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 128.
  27. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 51-52.
  28. Cfr. Denis Peschanski, La France des Camps, cit., p. 305.
  29. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 54-56.
  30. Cfr. Denis Peschanski, La France des Camps, cit., p. 426.
  31. ADEA 5W373 f. «Activité politique des internés».
  32. Ibidem
  33. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 49-51; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 130. Cfr. también Max Aub, Dernières nouvelles de la guerre d’Espagne, Gallimard, Paris, 1967.
  34. Cfr. Max Aub, Manuscrit Corbeau, Mare Nostrum, Perpignan, 2002.
  35. Idem, p. 52.
  36. Cfr. Arthur Koestler, La schiuma della terra, Il Mulino, Bologna, 2005.
  37. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 49-51; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 130.
  38. Cfr. Claude Del Pla, Le Camp du Vernet d’Ariège, cit., pp. 47-48; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 130; Serge Barba, De la frontière aux Barbélés, cit., p. 216.
  39. Cfr. Charles et Henry Farreny Del Bosque, L’affaire Reconquista de España. 1942-1944. Résistance espagnole dans le Sud-Ouest, Edition Espagne au Cœur, Merignac, Aprile 2010, pp. 175-177; Fondation pour la Mémoire de la Déportation, Livre Mémorial des déportés de France arrêtés par mesure de répression, Édition Tirésias, juin 2004 (http://www.bddm.org).
  40. Cfr. Francesco Fausto Nitti, Chevaux 8 Hommes 70. Le train fantôme, 3 juillet 1944, Mare Nostrum, Perpignan, 2004.
  41. Idem, pp. 99, 105-106.
  42. Cfr. Pietro Ramella, La Retirada, cit., p. 97; Progreso Marin, Exil…, cit., p. 130.