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Guerra mundial y Resistencia
El intervalo entre el final de la guerra de España y la explosión de la guerra europea fue muy breve. El espacio entre una y otra es casi inexistente. Lo demuestran las crónicas, que publicaba en un periódico belga en la primavera de 1939 Victor Serge, uno de los tantos intelectuales que siguieron con atención los hechos de España y temieron por la causa de la democracia en Europa. 15-16 de abril 1939: “No es aún la guerra
europea y espero que ésta guerra, suspendida sobre nuestras cabezas,
no la veamos nunca estallar. Pero no es más la paz, ni siquiera
aquella precaria y peligrosa que fue definida paz armada, paz lista
a matar, empezando por matarse a sí misma.”1
El microcosmos de los campos de la Francia del Sur representa una suerte de enlace. Entre 1939 y 1940 se llega a la “extraña derrota” de Francia, después de la doble agresión, alemana e italiana. Por un breve período vienen internados italianos y fascistas que conviven con los voluntarios. Después, el régimen de Vichy multiplicará los campos, destinados a nuevas categorías de perseguidos, como en el resto de la Europa ocupada por el régimen hitleriano o por los gobiernos colaboracionistas. Con el creciente acercamiento de Francia al fascismo, inicia la conformación de la red clandestina de opositores, el nacimiento de formaciones partisanas que operarán hasta el final de la guerra. Italianos, españoles, brigadistas de otras nacionalidades, participan en la Resistencia francesa. De aquellos, entre los italianos que fueron forzada o espontáneamente repatriados, un número considerable entrará en o constituirá, formaciones partisanas a partir de 1943, después de arrestos o clandestinidad. No obstante la heterogeneidad, muchas de las biografías
aquí reconstruídas, de voluntarios antifascistas toscanos,
revelan itinerarios que atraviesan décadas. La elección
de España como punto de llegada, era el resultado de la lucha
contra el fascismo de los años veinte, vivido a veces en cárcel
y/o confinamiento. En algunos casos se da la emigración a Francia
por motivos políticos o económicos y, a menudo, por las
dos razones. El “Dossier Nitti”4, archivo
personal del toscano Francesco Fausto Nitti, representa de modo ejemplar
las fases y la continuidad del empeño antifascista. Son documentos
producidos por la policía italiana y francesa. El primer documento
del Comisariato especial de Tolone, que tiene fecha 18 de agosto de
1929, da noticia de la evasión del exilio de Lipari de Emilio
Lussu, Francesco Nitti y Carlo Rosselli y de su posible ingreso en Francia.
En la secuencia de los documentos – el último de junio
1939 – se habla del largo camino que lo lleva al alistamiento
en España y finalmente a la calificación de fugitivo entre
los sospechosos de “actividades terroristas”. Entre los
ficheros individuales del campo del Vernet de Ariège 5
se conservan informaciones de una parte de los acontecimientos sucesivos
que tienen que ver con él. La conclusión, después
de la increíble fuga del train fantôme 6
(tren fantasma), el alistamiento en el Maquis Haute Marne, hasta la
liberación de Francia. Tenía que partir, porque sentía claramente
que había llegado el momento de afirmar con la acción,
la fe en quellos principios que habían sido la razón de
nuestra vida. Había llegado el momento de combatir el fascismo
ya no en las organizaciones clandestinas y con la propaganda, sino afrontándolo
con las armas. Al igual que los exiliados italianos de 1821, de 1830
y de 1848 se habían hecho presentes en tierra de España
y en todas partes donde los pueblos se hubiesen levantado contra la
tiranía extranjera y doméstica, así nostro debíamos
partir, de Francia, de Bélgica, de Suiza, de las Américas,
para participar en la lucha iniciada en julio de 1936 entre el pueblo
español y el movimiento de Franco. Muchos compañeros de
exilio habían partido apenas llegada la noticia de la rebelión
de los generales españoles contra el Gobierno de la República.
Y, junto con los italianos, se habían ido o se preparaban a partir,
refugiados de todas las nacionalidades, los inmigrantes políticos
de la Alemania de Hitler, de Polonia, de Checoslovaquia, de Bulgaria,
de Ungría, mientras los hombres libres de todos los países
seguían con ansia lo que sucedía.7
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