Placa instalada a la entrada del MUME, Museo de la memoria del exilio de La Jonquera. La placa recuerda el paso de los voluntarios toscanos por Francia durante la Retirada, en los primeros meses del 1939.

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El difícil camino hacia la reconstrucción de un caso regional – el intervento en la guerra civil española de los voluntarios antifascistas toscanos -, apenas iniciado y de éxito no definitivo, es un pequeño segmento de historia europea. Como tal necesita de un contexto interpretativo general, de comparaciones e instrumentos de lectura más refinados que aquellos que es posible ofrecer en las páginas aquí propuestas. A través de agregaciones de datos, indicaciones de categorías bajo las cuáles poder unificar lugares de origen y participación, tendencias políticas y profesionales, condiciones de salida de la guerra, se ha intentado ofrecer algún elemento de conocimiento. Pero no es fácil dar forma a una representación capaz de englobar carácteres comunes de un fenómeno tan vasto, complejo, diversificado. Partieron hacia la guerra millares de hombres y también mujeres, de distintas tendencias políticas, de diferentes condiciones sociales. Tuvieron lugar las elecciones maduradas al interno de las organizaciones políticas y aquellas individuales, a veces solitarias. Algunas exactamente en virtud de su singularidad tienen una gran potencia representativa.
Los cinco hombres que zarparon con una pequeña embarcación directa hacia España desde la costa grossetana; un antifascista grossetano que encuentra como recurso el enrolamiento en las milicias fascistas para pasar, llegado a España, a los republicanos; el operario emigrado en el Sur de Francia que se separa de su familia para unirse a los brigadistas italianos, con el mismo gesto que el intelectual que es un perseguido político, fugado del confinamiento y desterrado en Francia. Casos de toscanos que se asemejan a tantos de otras regiones y de otros países europeos: desde el escritor alemán en exilio que hasta ahora ha sustentado sus propias convicciones siempre y sólo a través de la actividad intelectual.....al comerciante de hortalizas de Zúrich que parte en taxi con tres compañeros hacia España.
Tomar acto de la diversidad de las historias personales y de las numerosas decisiones hechas también fuera de las directivas de las organizaciones políticas antifascistas – partidas con medios de fortuna y riesgos excepcionales – sugieren cuanto ha tenido que ser fuerte el rechazo de una condición de no libertad e inseguridad, alguna que otra vez miseria. Aquello que tantos intelectuales han escrito, ahora y seguidamente, exprime la conciencia histórica de cuanto podía pesar en Europa la derrota del proyecto de dictadura en España, y por lo tanto cuanto valía la pena contrastarla en cualquier modo. Pero es también el espejo de la misma suma entre desesperación, deseo y esperanza de futuro: bajo la dimensión estrechamente político-ideológico-partítica, el “antifascismo existencial” que unía aquel popular y aquel de los cultos (De Luna, 1995). Una idea de solidariedad europea ahora brillantemente proyectada, ahora sólo intuída y esperada que para muchísimos significó elecciones que podían prevenir, y para algunos han implicado la muerte.
Que la guerra civil española sea modelo de “guerra fratricida” y que también al interno del frente antifascista se haya consumado una sucesiva lucha fratricida, antes que anular el valor de las razones y de las esperanzas, nos reenvía al problema histórico de la soledad de los voluntarios respecto a las democracias europeas y a la toma de acto de los efectos devastantes de las guerras del Novecientos, a mayor razón si, como en este caso, la causa “justa” es derrotada.